La fe es un don del Padre

 

Domingo 19 del año. - 8 de agosto

Lectura del libro primero de los Reyes 19,4-8

3 Entonces Elías tuvo miedo, se levantó y se fue para poner a salvo su vida. Llegó a Berseba de Judá y allí dejó a su criado. 4 Luego anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que, sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo: «¡Ya es demasiado, Señor! ¡Toma mi vida, pues no soy mejor que mis padres!». 5 Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo: «Levántate y come». 6 Miró alrededor y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse. 7 El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo: «Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo». 8 Elías se levantó, comió, bebió y, con la fuerza de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.

Elías, perseguido a muerte, se quedó dormido en una retama, esperando a la muerte, pero Dios le despertó, y Le dijo que comiera y encontró una torta cocida, comió y bebió y siguió su caminar a cumplirla misión de Dios

Dios también nos da a nosotros comida, el pan de vida para que podamos seguir nuestro caminar hacia la tierra prometida.

 

Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7 8-9´

Gustad y ved qué bueno es el Señor

2 Bendigo al Señor en todo momento, | su alabanza está siempre en mi boca; 3 mi alma se gloría en el Señor: | que los humildes lo escuchen y se alegren.

Gustad y ved qué bueno es el Señor

4  Proclamad conmigo la grandeza del Señor, | ensalcemos juntos su nombre. 5 Yo consulté al Señor, y me respondió, | me libró de todas mis ansias.

Gustad y ved qué bueno es el Señor

6 Contempladlo, y quedaréis radiantes, | vuestro rostro no se avergonzará. 7 El afligido invocó al Señor, | él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

Gustad y ved qué bueno es el Señor

8 El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen | y los protege. 9 Gustad y ved qué bueno es el Señor, | dichoso el que se acoge a él.

Gustad y ved qué bueno es el Señor


 

Proclamación del evangelio según san Juan 6,41 52

41 En aquel tiempo los judíos murmuraban de él porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», 42 y decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?». 43 Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. 44 Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. 45 Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.

48 Yo soy el pan de la vida. 49 Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. 51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

El domingo pasado Jesús había anunciado que era el enviado de Dios, aquel que ha sido sellado por el Espíritu Santo. Este anuncio no cuadraba en los jefes de los judíos que lo criticaron. No podían creer que era el Pan bajado del cielo. Ellos conocían a sus familiares: madre, hermanos, hermanas, pero rechazan toda transcendencia divina. Solo ven la carne de hueso. Jesús era una piedra de escándalo. Ellos no conocen un Dios cercano al Hombre hasta el punto que ha tomado nuestra condición humana sin dejar de ser Dios.

Jesús les responde diciendo que es uno con el Padre y nadie puede creer en Jesús si Dios Padre no le da este don de fe, de acercarse a Él para ver su transcendencia. No logran ver el amor de Jesús al que está enfermo, dolorido, rechazado porque no sabe que Dios se interesa de todos porque Jesús al Padre y por eso lo conoce y el Padre conoce en su intimidad al Hijo y solo podemos conocer al Hijo si conocemos al Padre y dejas que el Padre more en nosotros y tendremos la certeza de resucitar el último día. Tendremos una vida que no termina.

Solo así seremos discípulos de Dios y aprenderemos lo que es Dios y nos acercamos a Él. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí, dice Jesús. Todos están llamados a encontrarse con el Padre, pero lo realizarán si nos dejamos iluminar por el Padre, que es Padre todos sin excepción a menos que lo rechacemos.

I Juan 2, 3 En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. 4 Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.

20 En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo*, y todos vosotros lo conocéis. 22 ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre.

Dios escribe su Ley en nuestro corazón y así todos sus hijos seremos sus discípulos. Dios elige a todos, pero no todos responden a su llamada. Quien se entrega a Dios y está seguro de Él porque en la oración, en la recepción de los sacramentos, siente que Dios está dentro de nosotros y esto nos da la Vida eterna, que no se acaba. Quien recibe a Jesús en la comunión y vive en sintonía con la voluntad de Dios, siente a Dios que le da la vida que no se acaba.

En el desierto los padres comieron el maná, pero no llegaron a la salvación porque murieron en el desierto.

Jesús nos da el pan de vida. El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. El pan es un don del Hijo para la vida del mundo, de todos los seres humanos. Jesús es el donante de sí mismo. El pan es el cuerpo de Jesús. La finalidad de esto es que el mundo tenga vida y abundante. Él es el pan de vida que ha bajado del cielo y quien recibe con fe el Pan, tiene vida eterna y sabemos que está dentro de nosotros porque ponemos a Dios como centro de nuestra vida, lo amamos con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y al prójimo como a nosotros mismos. Hace una elección: Dios y su amor a todos.

Jesús nos da el pan de vida que es su cuerpo entregado a la muerte por nosotros y nos da vida. De Jesucristo en la cruz nos da la vida para siempre. Por eso al recibir a Jesús en la comunión, nos hacemos una cosa con Jesús y respiramos como Jesús. Por eso la eucaristía es el don de Jesús al mundo hasta la muerte y muerte de cruz.

 

Lectura de la carta de san Pablo a los efesios 4.30—5-2

30 No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios con que él os ha sellado para el día de la liberación final. 31 Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. 32 Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.

Ef5 1 Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, 2 y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

En el bautismo hemos recibido al Espíritu Santo paras guiarnos hacia la tierra prometida. El pecado contrista al Espíritu. El pecado se manifiesta en la amargura para aceptar a la otra persona, en la ira, enfados, insultos. Si queremos ser discípulos del Señor debemos alejar todas estas maldades y responder con el amor y el perdón que rehace nuestra vida. Estamos llamados a vivir en el amor, siguiendo el ejemplo de Cristo que nos amó hasta la muerte.

P. Vicente Pérez.

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