ASUNCIÓN DE MARIA

 

Reflexión.

Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12,1-6a. 10ab.

Se abrieron las puertas del templo celeste de Dios y dentro de él se vio el Arca de la Alianza. Hubo rayos y truenos y un terremoto: una tormenta formidable.

Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida del sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Estaba encinta, le llegó la hora, y gritaba entre los espasmos del parto.

Apareció otro portento en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.

El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera.

Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. Mientras tanto la mujer escapaba al desierto.

Se oyó una gran voz en el cielo: «Ya llega la victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y el mando de su Mesías».

 

En 1950 el Papa Pio XII, después de consultar la mayoría de obispos de la Iglesia y teniendo presente también fe de la Iglesia durante algunos siglos proclamó para toda la Iglesia que María que ha sido concebida sin pecado, fue llevada al cielo en cuerpo y alma y desde ese instante todos los católicos debían creer y vivir esta fe

Hoy celebramos esa gran fiesta de la Virgen. Una fiesta que comenzó cuando nació la Virgen que estaba destinada a ser la Madre del Señor. Ella era la Santa, la jaritumene, es decir, la llenada del Espíritu Santo para ser toda del Señor por estar destinada a ser la Madre del Salvador. Si los muertos resucitan incorruptibles, que ya no se corrompen, que viven también su cuerpo, también María resucita para no morir jamás y gozar de su cuerpo sin volver a morir.

Ella participa del cuerpo de su Hijo a quien engendró. Un ángel le anuncia que será Madre del Hijo de Dios. Será Hijo del Altísimo y por eso la Madre es la destinada a colaborar con el mismo Dios para mandar al mundo la salvación de Dios. Ella será la Virgen toda de Dios y toda del Hombre Dios. Nacerá por obra del Espíritu Santo.

María estará al servicio de la misión de Dios. Su prima Isabel ha concebido por obra del Espíritu Santo, ella que no podía concebir pero que en la vejez concibió al que iba a preparar al que venía de parte de Dios para abrir el camino de Jesús. Era Juan Bautista. Por eso María recibe el gran saludo de Isabel. ¿De dónde a mí que la Madre de mi Señor, Dios, el Hijo Mesías, viene a visitar a su prima Isabel? Isabel reconoce a María como la madre de su Señor, María traía a Juan, Dios tiene misericordia de los pecadores y Juan lo anunciará por la salvación que Isabel había proclamado. Jesús el misericordioso viene en el vientre de la misericordiosa a saludar al que anunciará la misericordia. Jesús el rey vienen los brazos de la reina.

María es la primera creyente y por eso nos trae a Jesús para que creamos en Él. Es la mujer que acoge todo lo que oye a Jesús y lo que Él hace. Por eso es dichosa porque lleva a la practica lo que Dios le ha revelado.

María es la Madre que cuida de los esposos que ya no tienen vino, es decir, amor y les pide que se acerquen a Jesús para que transforme el agua, el amor perdido, en amor total que se entrega por el otro.

Jesús y María siempre están juntos, aunque no siempre aparece, pero en la cruz allí los vemos juntos y Jesús nos entrega a María como nuestra Madre y nosotros la recibimos como tal. María está destinada a estar con Jesús. En el cielo, también nosotros estamos llamados a estar con María.

Por eso nosotros vemos a María en el cenáculo, con los discípulos de Jesús, rezando por la Iglesia, pero después María va a estar con Juan, según una tradición, en Éfeso. También nos acompaña a nosotros. ¡Cuántas veces se aparece a jóvenes y menos jóvenes para hacerse sentir que está con nosotros y no nos deja! Nos da su mensaje. Pensemos en las distintas apariciones de la Virgen para animar a los cristianos a vivir con Jesús.

Hoy estamos llamados a estar con María, a decirla nuestros problemas y los de nuestras parroquias y sentiremos el ánimo que nos da para llevar adelante la evangelización, la promoción de las vocaciones, la alegría y la paz que nos acompañan. En María se reanima la esperanza de estar con Jesús en el cielo.

Desde siempre tenemos una Madre en el cielo que nos acompaña y nos da fuerza para llevar adelante nuestra fe, nuestro amor, nuestra alegría.

Cantemos a María el himno que ella nos ha dejado. Proclama mi alama la grandeza del Señor. Se alegra mi espíritu con Dios mi Salvador. Desde ahora me felicitaran todas las generaciones. Su Nombre es santo.

Elevemos a Dios nuestro Padre las alabanzas de María.

  • Proclamemos a Dios Padre, junto a Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo las alabanzas a María porque Dios ha hecho cosas grandes en ella, dándole el don de la sencillez, humildad y amor, roguemos al Señor…

  • Para que María cuide de todos los hombres, mujeres, niños y los lleve por el camino de la paz, los llene de sentimientos de perdón y amor, roguemos al Señor

  • Para la Virgen María cuide de todos los hogares, los mantenga unidos en el amor y la fidelidad, roguemos al Señor

  • Para que María obtenga de Jesús lo necesario para vivir dignamente, que nadie despilfarre lo bienes de Dios y todos aprendamos compartir lo que tenemos con los demás, roguemos al Señor.

  • Padre de bondad recibe nuestra alabanza en nombre de tu Hijo y bajo la acción del Espíritu realza la grandeza que tú has hecho en María, que podamos amarla como la has amado tu. Por Jesucristo nuestro Señor.


P. Vicente Pérez

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