EL REGALO DE DIOS:  EL ESPÍRITU SANTO

 

Reflexión. Solemnidad de Pentecostés.

Jesús es llamado “el Cristo” porque está ungido por el Espíritu Santo. Había nacido por obra del Espíritu Santo. En ocasión del bautismo en el Rio Jordán el Espíritu Santo había bajado sobre Jesús por obra del Padre para que llevara a cabo su misión de salvador. Ya en la última cena anuncia que mandará también Él de junto al Padre al Espíritu Santo para que esté con nosotros. Será nuestro abogado y consolador (Jn 14, 15-16) El Espíritu Santo nos hará presente lo que Jesús ha hecho y ha dicho y nos lo hará entender en el contexto en que vivimos (Jn 14, 25-26) El Espíritu santo vendrá a dar testimonio de que Jesús es el Mesías, el salvador para que nosotros podamos anunciarlo a otras personas (Jn 15, 26-27) El Espíritu Santo hará ver al mundo en el error en que está porque no han creído en Jesús, lo han matado siendo inocente y Dios ha garantizado a Jesús resucitándolo (Jn 16, 8-11) Nos iluminará para que podamos comprender a Jesús en su persona y Palabra (Jn 16, 13)

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11.-

Hch 2 1 Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. 2 De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban reunidos. 3 Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. 4 Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.

5 Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. 6 Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. 7 Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo: «¿No son galileos todos esos que están hablando? 8 Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? 9 Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, 10 de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, 11 tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua».

Salmo Responsorial: Salmo 103,1, 24, 29-30, 31 y34

Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra

1 Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, ¡qué grande eres! | 24 Cuántas son tus obras, Señor, la tierra está llena de tus criaturas.

Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra

29 Les retiras el aliento, y expiran | y vuelven a ser polvo; 30 envías tu espíritu, y los creas, | y repueblas la faz de la tierra.

Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra

31 Gloria a Dios para siempre, | goce el Señor con sus obras; 34 que le sea agradable mi poema, | y yo me alegraré con el Señor.

Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra

Lectura de san Pablo a los Corintios 12, 3-7, 12-13.-

1 Cor12. 3!» Y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!», sino por el Espíritu Santo. 4 Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; 5 hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; 6 y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. 7 Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.

12 Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. 13 Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Proclamación del Evangelio según san Juan 20, 19-23

19 Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». 20 Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 21 Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». 22 Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; 23 a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Jesús, ya resucitado, se aparece a los apóstoles el mismo día de la resurrección. Les da la paz y les invita a recibir al Espíritu Santo para que lleven adelante su misión en el mundo. Días más tarde Jesús se aparece por última vez y les pide a sus discípulos que no se alejen de Jerusalén, sino que esperen al Espíritu Santo que bajará sobre ellos, que esos días recen para que baje el Espíritu santo y ellos lo reciban y sean dóciles a sus inspiraciones.

Así lo hicieron los apóstoles cuando llegó el día de pentecostés. Estaban todos reunidos. Es la plenitud de los discípulos. Todos estaban reunidos. De repente un ruido, fruto de un viento impetuoso en forma de fuego y el Espíritu santo bajó sobre todos los discípulos. Aquí vemos la totalidad de los discípulos. Todos quedan llenos del Espíritu santo y se dejan transformar totalmente de Él. Hablan en lenguas extrañas para indicar que el Espíritu Santo viene también para todos los hombres que acojan la predicación del Evangelio y como consecuencia todos se entienden entre sí. Nadie queda al margen. Nace la Iglesia que es la congregación de los que han creído en Jesús, lo han aceptado en la fe bajo la acción del Espíritu Santo, se han bautizado y forman el Cuerpo místico de Jesús y con Jesús.

Esperamos que estos días nosotros hayamos invocado al Espíritu Santo para que hoy reunidos en asamblea sintamos la bajada del Espíritu que nos transforma a todos, nos ayuda a creer en Jesús, a estar unidos entre nosotros formando el Cuerpo de Jesús. Hoy es el nacimiento de la Iglesia.

Aparece en formas de lenguas de fuego porque como el fuego purifica, así también el Espíritu santo viene a purificar nuestras malas acciones, intenciones que nos sepsran de otras personas. Si nosotros en el silencio de nuestro corazón, escuchamos la voz el Espíritu sentiremos que nos habla, nos da fuerza para vencer muestras malas inclinaciones y podemos empezar de nuevo.

El Espíritu es fuego porque como el calor une a todos, así el Espíritu que ha quitado nuestras divisiones, infunde en nosotros el amor que transforma, que nos hace entrar ente nosotros y podemos llevar una vida de unidad, de comprensión en el hogar, con los vecinos, en el trabajo. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo (Rom 5, 5…)

El Espíritu es fuego porque nos da luz para que podamos entender la Palabra de Dios y conocer la verdad que nos hace libres. Dios nos ha hablado por medio de su Palabra, pero esta queda oscura sin la acción del Espíritu santo y podemos tratar de leer, pero no entendemos. Sólo con la luz el Espirito santo podemos hacerlo. San Pablo iba a Damasco lleno de odio para coger a los cristianos y matarlos. Jesús se le aparece y le da un rayo de su luz. Ahora Pablo con la luz el Espíritu puede entender que Jesús es el Salvador y así cree en Él.

Vivimos en un mundo alejado de Dios y muchos se ríen de los que creen en Jesús. Se necesita el Espíritu Santo para creer en Jesús, para no avergonzarnos de Él, aunque se burlen de nosotros. Debemos ser testigos de Jesús ya con las palabras como con obras propias de Jesús. Hay cristianos que prefieren ir a la cárcel antes que renegar de Jesús y muchos cristianos han muerto estos años porque han preferido la muerte antes de renegar de Jesús, pero no se han echado atrás.

Sin la oración no podemos dirigirnos en nuestra vida. Hace falta saber orar y tener gusto en orar. Nosotros no sabemos como pedir, pero el Espíritu santo viene a nosotros para poner en nuestra boca las palabras con que nos dirigimos al Padre. El Espíritu santo nos enseña a gustar de llamar a Dios Padre, Abba, papito. Cuando hacemos así tenemos la fuerza para gustar de Dios.

Para muchos el Espíritu Santo es un desconocido. Nosotros conocemos un poco a Dios Padre, a Dios Hijo Jesucristo, pero el Espíritu santo está lejos de nosotros. Debemos dejarnos iluminar por Él y sabremos que tenemos uno que está siempre junto a nosotros, nos enseña la Palabra de Jesús, nos enseña a dar testimonio de Jesús. Digamos esta oración: Ven, Espíritu santo, llena los corazones de tus fieles, infunde en ellos el fuego de tu amor y renovarás la faz de la tierra.

Para la oración de los fieles

  • Para que el Espíritu de Pentecostés se siga derramando hoy en la Iglesia en todos sus miembros, para animarla a ser fermento y catalizador de todas las transformaciones que el mismo Espíritu produce en todos los hombres y mujeres de todas las razas y credos, roguemos al Señor...

  • Por este mundo que en la actualidad tiene en curso más de 30 guerras, para que el Espíritu de Dios, que actúa en todos los pueblos, nos lleve poco a poco a superar la Babel de la confusión y nos encamine a la reconciliación y la Paz...

  • Por esta humanidad, hija de Dios, que se refiere a Él y lo ama desde las más diversas religiones y tradiciones espirituales; para que, sin perder la identidad espiritual que Dios ha dado a cada pueblo -destello singular de su gloria- todas las religiones dialoguen activa y fructuosamente, como mediaciones que son del único Dios...

  • Para que el Espíritu Dios, "padre de los pobres"], que siempre les ha dado a lo largo de la historia, sobre todo en los momentos más difíciles y de máxima postración, claridad en la visión y coraje para la lucha, les dé hoy también en todo el mundo, fe convencida y esperanza activa...

  • Para que el Espíritu del Dios creador, "que repuebla la faz de la Tierra" y deposita -también en todas las criaturas- una participación de sí mismo, nos haga a los humanos conscientes de que no poseemos el mundo en propiedad para utilizarlo y consumirlo, sino para coexistir con todas las cosas y con-vivir con todas las criaturas animadas reverenciando así tanto a la Creación como al Creador...

Oración comunitaria (Dios nuestro, Espíritu invisible, Luz de toda luz, Amor que está en todo amor, Fuerza y Vida que alienta en toda la Creación: derrámate hoy de nuevo sobre toda la creación y sobre todos los pueblos, para que buscándote más allá de los diferentes nombres con que te invocamos, podamos encontrarte, y podamos encontrarnos en ti unidos en amor a todo lo que existe. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos.


P. Vicente Pérez.

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