Dios es amor

 

SEXTO DOMINGO DE PASCUA

En este domingo sexto de pascua vamos a dejarnos iluminar por la llamada de los gentiles al seguimiento como discípulos de Jesús. Es la llama que todos nosotros hemos recibido desde siempre. Los judíos como también san Pedro, que era judío, habían recibido unas ideas equivocadas pero que se habían fijado en la cabeza. Solo los judíos se salvaban, no los paganos. Pedro está rezando y allí aparece una sábana con animales prohibidos por la ley para que los mate y coma. Él se resiste por obedecer a la ley. No consideres impuro lo que Dios ha hecho, le dice un Ángel. Pedro entiende que todo es puro. También son puras las convivencias con los paganos, la entrada en la casa de estos.

En ese instante algunos emisarios de un tal Cornelio, centurión romano, llegan para pedirle que baje a Cesárea que allí estaba su señor. Ya no se resiste Pedro y se dirige a Cesárea. Al llegar le anuncia a Cristo y como consecuencia baja el Espíritu santo sobre Cornelio y es bautizado con su familia. Dios no hace distinción de personas. Acepta al que lo teme y practica la justicia

Es la apertura de los paganos a la fe. Todos nosotros estábamos incluidos en esa llamada y en este don del Espíritu Santo. Por eso debemos dar gracias a Dios por el don de la fe, por conocer a Jesús y amarle con todas nuestras fuerzas.


Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10,25-26, 34-35,44-48

24 Al día siguiente Pedro entró en Cesárea, donde Cornelio lo estaba esperando, reunido con sus parientes y amigos íntimos. 25 Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio le salió al encuentro y, postrándose, le quiso rendir homenaje. 26 Pero Pedro lo levantó, diciéndole: «Levántate, que soy un hombre como tú».

34 Pedro tomó la palabra y dijo*: «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.

44 Todavía estaba exponiendo Pedro estos hechos, cuando bajó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la palabra, 45 y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles, 46 porque los oían hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios.

Entonces Pedro añadió: 47 «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?».  48 Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara unos días con ellos.


Respondemos con el salmo 97, 1-2 3, 3-4

El Señor revela a las naciones su justicia, aleluya.

Cantad al Señor un cántico nuevo, | porque ha hecho maravillas. | Su diestra le ha dado la victoria, | su santo brazo.

El Señor revela a las naciones su justicia, aleluya

2 El Señor da a conocer su victoria, | revela a las naciones su justicia. 3 Se acordó de su misericordia y su fidelidad | en favor de la casa de Israel. |

El Señor revela a las naciones su justicia, aleluya Los confines de la tierra han contemplado | la victoria de nuestro Dios. 4 Aclama al Señor, tierra entera; | gritad, vitoread, tocad.

El Señor revela a las naciones su justicia, aleluya


Continuamente hablamos de amor y la boca se nos hace agua porque no sabemos lo que decimos. Dios ama, sus hijos que somos nosotros, estamos llamados a amar. Escuchemos esta Palabra.

Lectura de la primera carta de san Juan 4, 7-10

7 Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8 Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

9 En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Que nos amemos porque solo quien ama, ha nacido de Dios, le ha conocido y se ha llenado de amor. DIOS ES AMOR y solo podemos amar estando unidos a Dios y experimentando su amor.

Hagamos la experiencia de un Dios que nos ama y se desprende del Hijo querido, Jesucristo para hacerse hombre como nosotros y morir en la cruz. Nos da la existencia todos los días, nos da la paz, la alegría. Nos hace criaturas nuevas, que tienen distintas ideas que superan al pecado que trata de meterse entre nosotros.  No nos traiciona y con Él podremos superar todas las dificultades que encontremos. Ama a Dios quien ama a su hermano.


Proclamación del evangelio según san Juan 15, 9-17.

En aquel tiempo dijo Jesus a sus discípulos:

9 Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. 10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 11 Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

12 Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. 13 Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.

15 Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. 1

16 No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. 17 Esto os mando: que os améis unos a otros.


En la última cena Jesús ha descubierto su corazón como también el Corazón de Dios-Padre. Dios es amor. En el evangelio Jesús nos dice que Él participa del amor del Padre. Entre el Padre y el Hijo hay una mutua relación de amor infinito, eterno. El amor del Padre a Jesús es total: es el Hijo único (Jn 1,14), al que comunicó su Espíritu (Jn 1,32-33); lo tienen todo en común (Jn 17,10); son uno (Jn 17,21-23). El amor de Jesús a los suyos se ha mostrado en los gestos del lavatorio de los pies, la institución de la eucaristía, la insistencia en el mandamiento del amor..., ¿no son pruebas evidentes de un amor sin límites?

Pero hay algo más. Este amor de Dios que pasa por el Hijo Unigénito, llega a nosotros porque Jesús se ha entregado a la muerte y muerte de Cruz por amor a nosotros para rescatarnos de nuestra maldad y hacer de nosotros nuevas criaturas. Jesús no ha quedado en la muerte. Ha resucitado para resucitarnos a nosotros también a una vida nueva.

Por esto la advertencia de Jesús de permanecer en su amor, dejándonos amar, experimentando su amor hacia nosotros de manera que nada nos pueda separar del amor de Cristo. El cristiano siente dentro de si el amor del Padre que pasa por el Hijo y llega a nosotros por el Espíritu Santo. Así lo han experimentado los santos hasta llegar también como Jesús, a dar la vida por Jesús, por Dios, guiados por el Espíritu santo.

Así el amor de Dios debe pasar por el cristiano hacia el hermano siempre. Jesús ha dado la vida por nosotros para demostrar que amaba al Padre y ha permanecido unido al Padre. Amo al Padre como el Padre me ha amado. Así el Padre ama a los pecadores, a los leprosos, a los enfermos, a los enemigos que lo rechazan y esto lo vemos vivir a Jesús. Así el amor de Dios nos lleva a darnos a nuestros hermanos necesitados, vecinos o lejanos, a los hermanos que no nos aman. Santa Teresa de Calcuta que falleció hace unos 20 años, antes de salir a la calle se quedaba con Jesús en el Sagrario y se llenaba de su amor y con alegría iba a visitar a los necesitados. Este es el ejemplo que debemos seguir. No basta con decir que somos cristianos, sino que hay que vivir esta realidad amando a Dios y a nuestros hermanos siempre y en todo momento.

Este amor así nos lleva a la alegría del corazón. No hay mayor alegría que amar. Quien no ama, aunque trate de distraerse, divertirse como sea, sentirá el vacío de su corazón. Pero quien ha hecho el bien a los demás siente una alegría grande. Solo el amor nos convierte en personas alegres y nos da la plenitud de nuestro ser. Nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus hermanos.

Este amor provoca una amistad total entre personas. Jesús que se dio a nosotros nos ha llamado amigos. Ustedes son mis amigos porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. Cuando un cristiano siente la llamada de Jesús a la amistad, se queda con El algún rato largo, siente que la luz de Jesús le llega, le ilumina su vida y siente que Jesús no es un extraño. Puede contar con Jesús en las dificultades y sentirá que Jesús no le abandona. Jesús nos ha elegido no por nuestros méritos sino por su bondad. Ahora toca a nosotros permanecer junto a Él, no traicionarlo, descubrirle nuestros problemas, ser dóciles a Él cuando nos habla, aunque a nosotros no nos guste lo que nos dice Jesús, pero todo esto es fruto del amor de Jesús hacia nosotros. Donde alguien ama, allí está Jesús. Donde hay ausencia de amor, él no puede estar. Sin amor no sirven para nada (I Cor 13,1-3).


Para la oración de los fieles

  • Por la Iglesia, para que siempre sea consciente de que su vida no está en sus normas e instituciones sino en dejarse llegar por el Espíritu, y no se anuncie a sí misma sino el Reino de Dios. Roguemos al Señor.

  • Por todos los creyentes, para que sintamos siempre el gozo y la alegría de haber recibido la Buena Noticia y sintamos también el impulso de anunciarla a los demás. Roguemos al Señor.

  • Por todos los que ya no esperan nada ni de Dios ni de los hombres, para que nuestro testimonio les abra una puerta a la esperanza. Roguemos al Señor.

  • Por los jóvenes, esperanza del mundo del mañana, para que se preparen a construir un mundo mejor, más solidario, más justo y más fraterno. Roguemos al Señor.

  • Por todos los pobres del mundo, para que los cristianos, con nuestra fraternidad solidaria, seamos causa real de su esperanza en verse libres de sus limitaciones. Roguemos al Señor.

  • Por todos nosotros, para que formemos una verdadera comunidad en la que se alimente nuestra fe y nuestra esperanza, de modo que podamos transmitir nuestro amor a los demás. Roguemos al Señor.

Oración comunitaria

Dios, Padre nuestro, que, en Jesús de Nazaret, nuestro hermano, has hecho renacer nuestra esperanza de un cielo nuevo y una tierra nueva; te pedimos que nos hagas apasionados seguidores de su Causa, de modo que sepamos transmitir a nuestros hermanos, con la palabra y con las obras, las razones de la esperanza que nos sostiene. Nosotros te lo pedimos inspirados por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro.


P. Vicente Pérez.

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