TRANSFIGURACIÓN

 

 

Reflexión al SEGUNDO DOMINGO DE Cuaresma

La cuaresma es un camino hacia la Pascua. Este camino tiene sus matices: la cruz, pero esto nos escandaliza a todos y no queremos pensar en ello o nos escandalizamos. En la celebración de nuestro bautismo hemos sido signados con la cruz.

Dios había mandado a Abram a que lo siguiera sin saber a dónde iba ni por donde y Abraham cree y obedece. Por esta fe y obediencia Dios le da un hijo. Este hijo es el signo de que Dios existe y Abraham lo ha encontrado. Dios, sin embargo, quiere poner a prueba a Abraham. Dios se le aparece para decirle:

Lectura del Genesis 22 1-18– ¡Abrahán! Respondió: Aquí me tienes.

2 Dios le dijo: Toma a tu hijo único, a tu querido Isaac, vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.


Es el Hijo mimado de Abraham, el Hijo que debe sacrificar para poner a Dios por encima de todo. Abraham piensa: Dios me ha dado un hijo y él es signo de que Dios existe. ¿Cómo voy a creer ahora? Dios me ha dado una promesa de darme una descendencia numerosa como las estrellas del cielo y ahora no será posible.

Abraham, sin embargo, piensa que Dios es grande como para resucitar a los muertos. Hebreos 11, 17 Por fe, Abrahán, cuando Dios lo puso a prueba, tomó a Isaac, para ofrecerlo en sacrificio. Ofreció a su hijo único, el que era la garantía de la promesa, 18 eso que le habían dicho: Isaac continuará tu descendencia; 19 pero pensó que Dios tiene poder para resucitar de la muerte. 

 

Abraham se puso en camino y  fue al monte Moria, monte del Señor. Allí edificó un altar de piedras, puso leña y ahora ató fuertemente a su hijo Isaac. La víctima eres tú. La respuesta del joven no se hizo esperar: átame fuerte para que no me resista y sea válido tu sacrificio y el mío. Dios ve este acto de fe, esperanza y amor y le dice:

Génesis 22, – ¡Abrahán, Abrahán!

Él contestó: Aquí estoy.

12 Dios le ordenó: No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ya he comprobado que respetas Dios, porque no me has negado a tu hijo, tu único hijo. 13 Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en los matorrales. Abrahán se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.


Dios pone a prueba a Abraham para que demostrase que amaba más a Dios que a su hijo, que estaba dispuesto a sacrificar a su hijo para amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas. Abraham está siempre disponible a escuchar la voz de Dios y cumplirla. Cuando Dios le llama, Abraham siempre responde: Aquí estoy. Dios transforma la vida de Abraham. Era un hombre sin fe ni esperanza, pero, al creer, su vida se transforma. Es un hombre nuevo, bañado de Dios para servir a toda la humanidad.

Cuando uno escucha la voz del Señor en el fondo del corazón, nuestra respuesta es: aquí estoy.  Quien no pone a Dios por encima del dinero, de los familiares, de los propios proyectos, no es digno de Dios. Hoy el Señor nos llama a abrazarnos con la cruz para ser de Dios. Vamos a escuchar Génesis 22, 1-2, 9ª, 15-18.

Lectura de san Pablo a los Romanos 8, 31-34

 

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? 32 El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? 33 ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros?

 

San Pablo nos da una palabra llena de alegría. Quien ha hecho la experiencia de Dios y sabe que Dios siempre está con nosotros, no tiene miedo a nada. Dios nos ha amado hasta el punto de entregarnos a su Hijo y no lo perdona por nosotros. Por eso estamos seguros del amor de Dios y nadie podrá acusarnos y condenarnos. Jesús ha muerto por nosotros, ha resucitado para estar con nosotros, está intercediendo por nosotros junto al Padre en los cielos. Por eso podemos tener la certeza de su amor y entregarnos a Él con toda el alma, sabiendo que no seremos confundidos. Es la Pascua del Señor y nosotros participamos en ella para morir con Él y resucitar con Él a una vida nueva

La Transfiguración de la Iglesia.

Proclamación del evangelio según san Marcos 9, 1-9.

2 Seis días más tarde Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, sube aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. 3 Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. 4 Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. 5 Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». 6 No sabía qué decir, pues estaban asustados. 7 Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo». 8 De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

9 Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.


San Pedro había anunciado, bajo la inspiración de Dios, que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús le aplaude por el don de Dios, pero al mismo tempo anuncia que el Hijo del Hombre será rechazado, insultado, entregado a los paganos, maltratado y al tercer día resucitará. Este anuncio dejó a los discípulos desconcertados porque pensaban que Jesús era el Mesías y el Mesías no podría sufrir ni morir. Pedro se acerca a Jesús para decirle esto y no permitirían que lo mataran. Jesús le dice que está hablando como satanás, no como Dios en este momento.

Días más tarde Jesús escoge a Pedro, Santiago y Juan y se va a una montaña a orar. Los apóstoles se quedan dormidos y mientras tanto ven que los vestidos de Jesús estaban blancos como la nieve y junto a Él se encuentran Moisés y Elías que hablaban de su partida en la cruz. Pero aquello era tan bello que Pedro quiere hacer tres chozas para que aquel paraíso no acabe. Mientras tanto se hace presente una nube, es la presencia de Dios Padre que anuncia a todos nosotros: Este es mi Hijo amado, Escúchenlo.

Jesús es el Mesías de Dios. Es el anuncio de Dios Padre. Debemos escucharlo cuando nos está hablando de su muerte en cruz. Solo a través de la cruz Dios nos salva. La cruz es la fuerza y la sabiduría de Dios para salvarnos.

Estamos en cuaresma que es un camino hacia la pascua para participar con Cristo en su muerte y resurrección y nosotros debemos preguntarnos si somos capaces de abrazarnos a la cruz. La cruz es el símbolo de todo lo que nos hace sufrir: humillaciones, enfermedades, desprecios, pobrezas, incomprensiones. Todos tenemos algún sufrimiento, pero ¿lo aceptamos o lo renegamos? Hacemos la señal de la cruz, pero enseguida que nos pasa algo, reaccionamos con fuerza, odios, resentimiento y vivimos como enemigos de la cruz de Cristo.

Hoy tenemos ciertos sufrimientos, mañana otros sufrimientos. Cada día Dios nos manda aquello que necesitamos para ser discípulos de Cristo. Cuando alguien te insulte, pregúntate porque Dios permite este insulto. Es para nuestro bien, no reniegues de él. A través del dolor, de la cruz Dios se hace presente en nuestras vidas para aprender a ser más humildes, más generosos, para descubrir a Dios en estos acontecimientos. Da gracias a Dios cuando te toca sufrir pues todo concurre al bien de aquellos a quienes Dios ama. Si Dios puso en la cruz a su Hijo y no lo perdonó es para que aprendamos a tomar también nosotros la cruz. Por eso preguntémonos: ¿Cuál es mi cruz hoy? ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿La acepto o vivo rebelado a la cruz? ¿Por qué me da Dios la cruz? Dios nos ama y lo hace para nuestro bien. Descúbrelo en la oración, en el silencio y verás cómo la cruz redimensiona tu vida.

Para la oración de los fieles


- Por la Iglesia, para que en medio de las oscuridades y angustias de nuestro mundo sea siempre signo de la esperanza capaz de transfigurar la existencia humana. Oremos.

- Por todas las personas, para que encontremos el sentido de la vida en el trabajo por conseguir un mundo nuevo y mejor, transfigurado. Oremos.

- Por todos los que padecen injusticia, opresión, soledad, rechazo; para que encuentren hermanos que transfiguren su mirada con la ayuda solidaria. Oremos

- Por todos los indecisos, para que descubran lo urgente que es amar. Oremos.

- Por todos los pueblos a los que no llegó la luz del Evangelio: para que sean fieles a la luz que el Dios único ha puesto a su disposición en la religión del pueblo en el que han venido al mundo. Oremos.

- Por esta comunidad nuestra, para que permanezcamos fieles a Jesús, a quien el Padre resucitó de entre los muertos, y nos mantengamos firmes en la esperanza de encontrarnos un día cara a cara con el Cristo glorioso. Oremos.


Oración comunitaria


Dios, Padre nuestro, que nos invitas a "escuchar a tu Hijo muy amado", Jesucristo; abre nuestros corazones para que sepamos acoger su Palabra con cariño y confianza, la pongamos por obra, y así lleguemos a participar un día de la plenitud de su felicidad gloriosa. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro hermano e hijo tuyo muy amado.

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