JESUS Y LOS LEPROSOS

 

Reflexión. Sexto Domingo del Tiempo Ordinario.

 

PRIMERA LECTURA. - MONICIÓN

 

La ley sacerdotal defiende la comunidad de la lepra y similares enfermedades contagiosas. Las considera «impureza» ritual. Por eso es el sacerdote quien dictamina sobre segregación, al descubrir la enfermedad. El segregado es requerido a hacerse notar, para que nadie se contagie. Plausible defensa de la comunidad. ¿Y la persona del enfermo? Otra página de la Biblia mostrará que Dios se acuerda de él.


 

Lectura del libro del Levítico 13,1-2. 44-46.

 

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel y se le produzca la lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra, y es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.

El que haya sido declarado enfermo de lepra, andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: «¡Impuro, impuro!» Mientras le dure la lepra, seguirá impuro: vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.

 

SALMO RESPONSORIAL Sal 31,1-2. 5. 11

 

 R/. Tú eres mi refugio;
     me rodeas de cantos de liberación.

 Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

R/. Tú eres mi refugio;
     me rodeas de cantos de liberación.

Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

R/. Tú eres mi refugio;
     me rodeas de cantos de liberación.

Alegraos, justos, con el Señor, aclamadlo, los de corazón sincero.


 

MONICION SEGUNDA LECTURA

 

El cristiano no presenta, como tal, un específico «modo de vida»: ni español, ni americano, ni romano, ni occidental, ni oriental. El cristiano debería ser siervo de todos. El Evangelio es una buena noticia, de la que ni el oriente ni e occidente, ni el norte ni el sur tienen el monopolio de traducción, de edición o de difusión.


 

 Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 10,31-11,1.

 

Hermanos:

Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.

No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios.

Por mi parte, yo procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de ellos, para que todos se salven.

Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.


 

MONICIO. - EVANGELIO

 

La acción de gracias, que consiste en proclamar abiertamente el beneficio recibido, es manifestación de que vivimos en el reino. Alabamos al Padre porque nos sentimos curados de la lepra que nos margina y nos impide vivir en fraternidad universal.


 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1,40-45.

 

En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

-Si quieres, puedes limpiarme.

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo:

-Quiero: queda limpio.

La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.

Él lo despidió, encargándole severamente:

-No se lo digas. a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.

Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.


 

En Palestina no había mucha higiene y por eso había propensión a contraer enfermedades. Una de las enfermedades más comunes era la lepra. La persona que era contagiada, debía mostrarse al sacerdote y cuando este le declaraba enfermo de lepra, porque tenía granos blanquecinos en el cuerpo, se les mandaba a los lugares desérticos porque no podía contaminar a otras personas. En aquellos parajes había muchos leprosos que vivían en cuevas y comían lo que podía. Algunos eran ayudados por los parientes peo Debían dejar la comida a un kilómetro de distancia. Cuando veían a una persona que pasaba por aquellos lugares, debía gritar que era leproso y se alejase de él. Estas personas no solo tenían la enfermedad, sino que esta provocaba el aislamiento, los dolores hasta la muerte.

 

El evangelio de este domingo nos presenta a Jesus que pasa por uno de estos lugares aislados donde había leprosos. Jesús no tiene miedo, se acerca y no impide que el leproso se acerque. Aquí vemos la fe de este leproso, quizás conocía a Jesus cuando estaba sano. Con fe, humildad le suplica: Si quieres, puedes limpiarme. Esta fe del pobre y rechazado pero acogido por Jesus. Jesús siente lastima porque es el compasivo y misericordioso y no puede aceptar el dolor del enfermo. Manifiesta su voluntad y le cura, pero quería que se presentase al sacerdote del templo para que declarase que estaba curado y se integrase a la comunidad. Jesus le da no solo la curación física sino la integración en la comunidad y aquel hombre siente que ha nacido de nuevo.

 

¿Cuántos leprosos hay entre nosotros! No es la lepra corporal sino la lepra que es fruto de nuestro pecado. El pecado aparta de la comunidad, nos divide. Nos aparte de Dios y del prójimo. Por eso Jesús manda que se presente al sacerdote. También a nosotros nos ve con nuestros pecados y nos manda que nos presentemos al sacerdote para que nos reintegre en la comunidad cristiana y sintamos la comunión de todos.

 

En la segunda lectura vemos las diferencias que había entre cristianos. Había algunos que se escandalizaban por las comidas de otros. San Pablo nos da algunos principios. Todos lo que hagamos, lo debemos realizar para dar gloria a Dios. Si yo tengo alguna cosa que lleva al pecado a otros, es preferible que lo deje para que la otra persona no se escandalice y le lleva al pecado. No debemos dar motivo a nadie para que se escandalice. Busquemos el propio bien y también el de los demás. Si yo me emborracho, si voy a casas de prostitución, si me drogo, estoy enseñando a los demás pequeños el camino de la maldad y yo debo renunciar. Nunca hagamos algo que lleve a otros a pecar.


 

Oraciones de los fieles

 

A cada invocación ustedes contestarán: SI QUIERES, PUEDES LIMPIARNOS, SEÑOR.

 

 1. – Por el Papa, los obispos y sacerdotes, para que, al igual que Pablo, lo hagan todo para Gloria de Dios.  OREMOS

 

 2. – Por los gobernantes y los que les rodean, para que vean en Jesucristo al único que puede limpiar nuestras faltas.  OREMOS

 

 3. – Por todas aquellas que se han alejado de la Iglesia, para que encuentren en Jesucristo esa agua eterna.  OREMOS

 

4. – Por las familias cristianas, para que encuentren en Cristo la base donde sustentar su vida.  OREMOS

 

5. – Por todos nosotros y nuestras necesidades que tú conoces, socórrenos y acompáñanos.  OREMOS

 

  Exhortación final

 

Gracias, Padre, porque Jesús, curando a los leprosos nos mostró que el amor no margina a nadie, sino que regenera a la persona, restableciéndola en su dignidad. Cada sanación de Cristo nos habla de su corazón compasivo y nos confirma en la venida de tu amor y de tu reino.

Siguiendo su ejemplo, danos, Señor, un corazón sensible al bien de los hermanos, para saber dialogar contigo en la fe. Danos disponibilidad para escuchar tu palabra, sin encerrarnos en el monólogo egocéntrico y estéril de nuestra propia seguridad. Y concédenos superar todas las crisis y dificultades de la fe en nuestro camino hacia la indispensable madurez cristiana. Amén

 

P. Vicente Pérez.


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