JESUS, EL PROFETA

 


Reflexión. Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario.

 

PRIMERA LECTURA. -El pueblo de Israel en su estadía en el desierto se encontró con pueblos que creían en las idolatrías y apartaban a los israelitas de la fe en Dios. Sacrificaban a sus hijos a los ídolos, iban a los brujos para escuchar los cuentos del futuro, se dejaban llevar por los espiritistas, invocaban a los muertos. Todo eso era abominación para Dios.

Por eso Dios anuncia la llegada de un profeta que los hable en nombre de Dios y a él debían escuchar. En el evangelio hoy se nos presenta al gran profeta que es Jesus. Él es la Palabra de Dios que anuncia la verdad y el bien, que expulsará a los demonios que tienen engañados a las gentes. Hoy nos dice el Señor que solo a Jesus hay que escuchar, no los brujos, a los curanderos, a los magos porque te alejan de Dios. No intenta el dominio del absoluto por la magia, sino que se orienta hacia él en actitud de adoración. Dios se deja sentir cerca de la palabra y por el mediador que es el profeta. Este mitiga la luminosidad del infinito. El profeta no posee la palabra, sino que la palabra lo posee. Ahí la diferencia entre profeta y profeta.


 

Lectura del Libro del Deuteronomio 18,15-20

 

Habló Moisés al pueblo diciendo: El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo, de entre tus hermanos. A él le escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: «No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir.»

El Señor me respondió: «Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, es reo de muerte.»

 

SALMO RESPONSORIAL. – Sal 94,1-2. 6-7. 8-9

 

R/. Ojalá escuchéis hoy su voz;
     no endurezcáis vuestros corazones.

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos en su presencia dándole gracias, vitoreándole al son de instrumentos.

R/. Ojalá escuchéis hoy su voz;
     no endurezcáis vuestros corazones.

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

R/. Ojalá escuchéis hoy su voz;
     no endurezcáis vuestros corazones.

Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»

R/. Ojalá escuchéis hoy su voz;
     no endurezcáis vuestros corazones.

 


SEGUNDA LECTURA. -Los apóstoles de la evangelización optan por el celibato para poder dedicarse plenamente a la difícil y peligrosa aventura de proclamar el Evangelio. Por eso no se justifica un célibe instalado, enriquecido y no comprometido.


 

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 7,32-35.

 

Hermanos:

Quiero que os ahorréis preocupaciones: el célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido.

Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.

Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

 


EVANGELIO. -El asombro de la gente al observar que Jesús «enseñaba con autoridad» se refiere claramente al hecho de que Jesús no solamente enseñaba, sino que al mismo tiempo actuaba en consonancia con la Buena Noticia de liberación que anunciaba. Consonancia con la Buena Noticia de liberación que anunciaba.


 

 Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1,21-28.

 

Llegó Jesús a Cafarnaúm, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad.

Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: - ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios.

Jesús lo increpó: -Cállate y sal de él.

El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: - ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y lo obedecen.

Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.


 

Jesus ha empezado a recorrer los distintos pueblos y aldeas para anunciar el reinado de Dios. Su centro es Cafarnaúm, la patria de Pedro y Andrés. Cada sábado iba a la sinagoga para predicar la Palabra de Dios. La gente le escuchaba con mucha atención porque les llegaba al fondo del corazón y los llamaba a la conversión. Por eso comentaban qué clase de enseñanzas eran aquellas porque no eran como las enseñanzas de los fariseos que hablaban y no cumplían. Jesus hablaba y actuaba. Jesus era el gran profeta que Dios había mandado porque escucha su doctrina para cumplir la voluntad de Dios. Jesus hablaba después de haber estado en oración con su Padre. Jesús era el gran profeta, anunciado por Dios.

Jesus hablaba, pero también actuaba porque había personas engañadas por el demonio y sentían que allí había alguien con autoridad que mandaba a los demonios. Pero había gente que querían seguir al demonio porque creían que daba la felicidad. Por eso le decían: ¿qué quieres de nosotros? Son palabras que significan la resistencia de la gente a escuchar a Dios. ¿Qué quieres de nosotros? Has venido para atormentarnos y a alejarnos de la felicidad de este mundo.

También ahora Jesus está en medio de nosotros, pero nosotros también nos resistimos a escuchar la Palabra de Jesus y queremos dejarnos llevar por el mundo, el demonio y la carne. Rechazamos a Jesus porque pensamos que nos aparta del pecado y a nosotros nos gusta divertirnos con toda clase de orgías: sexo, trago, drogar... ¿Qué tenemos que ver con Jesus y le vemos como a un enemigo? Todo lo que significa Jesus, debe estar al margen de nosotros. Vemos que la palabra de Jesus no cae en el corazón que está apegado al pecado. No hables de Jesus cuando tenemos drogas, cuando tenemos trago, sexo. Nos quiere apartar de nuestras magias y esto nos duele. Nos quitan la vida. Has venido a acabar con nosotros, con nuestros proyectos de pecado. Vemos a Jesus y a su Iglesia como nuestro enemigo.

También a nosotros Jesus nos manda callar, es decir, dejar esa vida de maldad. No tengamos miedo de renunciar al pecado. Al principio te parece que renuncias a algo que es tu vida, pero cuando has decidido abandonar tu pecado, con la ayuda de Jesus, sientes un alivio, una paz, una libertad. Vives la vida nueva. También nosotros sentimos que Jesus tiene una autoridad sobre nuestra maldad y por eso podemos obedecer a Jesus y también nos lo dice hoy a nosotros. Sal del corazón de este hombre y veremos que Jesús entra en nuestros.

En la segunda lectura nos habla de la posibilidad de vivir el celibato por el reino de los cielos. Nadie obliga a vivir en castidad porque esto es un don que Dios da, pero si nos lo da, no tengamos miedo de acogerlo y vivirlo porque nos da a nosotros la capacidad de vivir totalmente entregados a Dios y a su Iglesia. Pero si Dios nos da este don, estamos llamados acogerlo con alegría, sabiendo que esto nos da unidad a nuestra vida para ser totalmente de Jesus y su Iglesia. Es vivir una vida esponsal, dedicada sólo a Dios. Nos pone san Pablo el ejemplo de una mujer o de un hombre que han recibido ese don, sus vidas están totalmente entregadas Dios y no necesitan preocuparse de ninguna cosa. Incluso no deben preocuparse de la comida porque Dios se la da gratuitamente y ya no tienen que preocuparse de nada porque incluso cuando le falta algo, Dios les da la gracia de aceptarlo porque Dios vendrá en nuestra ayuda cuando menos lo pensemos. ¡Qué alegría vivir totalmente para el Señor!

 

Oraciones de los fieles 

 

1. Por los obispos, nuestros sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas: para que tengan la valentía de predicar el Evangelio en tiempos buenos y difíciles. Roguemos al Señor.

2. Por los padres de familia: para que, a través de su autoridad en el hogar, se dediquen más a amar y ser amados que a crear un ambiente de temor. Roguemos al Señor.

3. Por los enfermos y cuantos no han podido venir a nuestra celebración, especialmente los de nuestra parroquia: para que presentes en espíritu, obtengan los bienes de Dios y usen este tiempo para crecer en el amor de Dios. Roguemos al Señor.

4. Por un aumento en las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal; para que tengamos buenos misioneros que lleven la Buena Nueva a los más pobres. Roguemos al Señor.

5. Por todos nosotros presentes aquí: para que cada día la Palabra de Dios sea algo real en nuestra vida. Roguemos al Señor. 

 

Exhortación final 

 

Te bendecimos, Padre, porque Cristo Jesús, tu Hijo,
bastó su autoridad en el carisma y no en la fuerza del poder, en el servicio liberador y no en la opresión de los demás.

En él nos mostraste que es posible ser hombres libres, desposeídos del pecado, señores de nuestro destino, Hermanos de los demás y solidarios de todo el que sufre. Ayúdanos a continuar su misión liberadora del hombre actual, poseído por los demonios del tener, acaparar y consumir, del egoísmo y la soberbia, la insolidaridad y el desamor. Así el anuncio de tu reino llenará de luz nuestro mundo Y viviremos en plenitud, libertad y esperanza segura. Así sea.


P. Vicente Pérez.

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