PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR

 

Reflexión. 2º Domingo de Adviento.

 

Hemos visto el domingo pasado la llamada del Señor a reconocer nuestros pecados, pidiendo al Señor que abra los cielos y venga el salvador. En este domingo, a través del profeta Isaías, recibimos un grito de consuelo: consuelen a mi pueblo, consuélelo,  porque el Señor ha visto como hemos pagado nuestros pecados con el sufrimiento y el Señor nos invita a volver a ser la Iglesia de Jesús. El grito de este domingo es: AQUÍ ESTÁ VUESTRO DIOS. AQUÍ VIENE JESUCRISTO. La alegría debe inundar nuestro corazón porque el Señor nos coge en sus brazos y derrama sus dones. 

 

MONICIÓN PRIMERA LECTURA

 

Entre los desterrados, mordidos por la desesperanza, irrumpe una buena noticia, un evangelio. Es el anuncio gozoso de la liberación. El pregonero trae la noticia desde la infinitud. Grita desde la altura, para que todos oigan que la culpa tiene perdón, que Dios está ya en camino con su pueblo, como en un nuevo éxodo de servidumbre a libertad, y que está mostrando su fuerza salvadora reuniendo a los dispersos. Su presencia se siente en el anuncio (Is 52,1-12).


Lectura del Profeta Isaías 40, 1-5. 9-11.


Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.

Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale.

Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos —ha hablado la boca del Señor—.

Súbete a lo alto de un monte, heraldo de Sión, alza con fuerza la voz, heraldo de Jerusalén, álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: aquí está vuestro Dios.

Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza, su brazo domina. Mirad: le acompaña el salario, la recompensa le precede. Como un pastor apacienta el rebaño, su mano los reúne. Lleva en brazos los corderos, cuida de las madres.


 

Por eso pedimos en el salmo que nos muestre su misericordia, dándonos la salvación y la gloria de Dios habitará en  nuestra tierra.

 

SALMO RESPONSORIAL Sal 84, 9ab-10. 11-21. 13-14

 

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos."
La salvación está ya cerca de sus fieles y la gloria habitará en nuestra tierra.

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo.

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

 

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Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pedro 3,8-14.

 

Queridos hermanos:

No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años y mil años como un día.

El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.

El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados y la tierra con todas sus obras se consumirá.

Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos consumidos por el fuego y se derretirán los elementos.

Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con El, inmaculados e irreprochables.


 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1,1-8.

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Está escrito en el Profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.

Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos.

Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:

—Detrás de mí viene el que puede más que yo y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.

Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.


 

-Pregón de consuelo

 

El primer anuncio que hoy hemos escuchado ha sido de confianza y optimismo: "Consolad, consolad a mi pueblo", "súbete a lo alto, heraldo, alza la voz, di a las ciudades de Judá: aquí está nuestro Dios".

 

Es la convocatoria: un pregón de consuelo, una invitación a la esperanza. ¿Cuál es el motivo? El centinela anuncia "la llegada". El centinela se llama Isaías, y nos dice: aquí está nuestro Dios. El centinela se llama Juan el Bautista, y está en el desierto, donde no encuentra nada para agarrarse y allí busca a Dios y se llena de Él. Por eso puede gritar a todos nosotros su mensaje que dice: el Salvador que Dios envía está llegando, y se llama Jesús de Nazaret. Es lo que anuncia el evangelio.

 

Esta sí que es una buena Noticia. "Evangelio" significa "buena noticia". Y hoy nos ha sido proclamada a todos: que Dios es un Dios que salva, que sigue actuando, que su enviado se llama Cristo Jesús, que viene con fuerza, que está ya en medio de nosotros, y que quiere construir unos cielos nuevos y una tierra nueva.

 

-Llamada a la conversión

 

Pero tanto Isaías como el Bautista no han pronunciado sólo palabras de consuelo. Nos han llamado a la conversión: "preparad los caminos para el Señor que viene..." La espera del Señor no es una actitud pasiva y conformista. Es una espera activa, llena de energía. Es la espera del que camina ya hacia la persona que viene y lo ansía.

 

Si la llamada del domingo pasado se podía resumir en el slogan: "Vigilad", la de hoy se puede sintetizar con otra consigna también clara y enérgica: "convertíos".

 

Convertirse no significa necesariamente que seamos grandes pecadores y debamos hacer penitencia. Convertirse, creer en Cristo Jesús, significa volverse a él, aceptar sus criterios de vida, acoger su evangelio y su mentalidad, irla asimilando en las actitudes fundamentales de la vida.

 

Él sigue anunciando también a nosotros, a este mundo que nos preparemos sinceramente a recibir a Jesús. No digamos que llega la navidad y vamos a comer bien, a bailar, a divertirnos porque Jesús no está en estas cosas. No podemos prepararnos a recibir a Jesús cuando no queremos reconciliarnos con nuestros hermanos y a veces explotamos a los más pobres. Yo me lo paso bien aún a costa del jornal de los trabajadores y los demás, que se arreglen.

 

Si alguno está en estas condiciones de pecado, este es el tiempo en que debe enderezar su vida, pedir perdón, compartir, respetar en su casa y fuera. Si no quieres entrar en este camino, no hables de navidad, de Jesucristo, de pesebres, de luces porque todo en ti es oscuridad. Juan nos convoca a todos para prepararnos a recibir con sinceridad a Jesús.

 

Si alguno está en estas condiciones de pecado, este es el tiempo en que debe enderezar su vida, pedir perdón, compartir, respetar en su casa y fuera. Juan nos convoca a todos para prepararnos a recibir con sinceridad a Jesús. ¡Qué bien si hoy escuchamos la voz  del Señor, de su Mensajero y nos acercamos al sacramento de la penitencia, si nosotros empezamos a leer la Palabra!.

 

Por eso la voz del Bautista, que resuena hoy por todo el mundo, es incómoda en el fondo: nos invita a un cambio, a una opción: "preparad el camino del Señor, allanad sus senderos..." Y Pedro ha resumido el programa de esta venida en su carta de hoy: "un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia". -Algo tiene que cambiar en el Adviento 2020...

 

Si Cristo viene, y viene con fuerza, su venida nos compromete. No es que esperemos el fin del mundo. El mismo Pedro nos ha disuadido de ir con esos cálculos. Lo importante no es saber cuándo volverá Cristo en su gloria: sino de ir haciendo camino en la dirección que Él nos muestra. Ir cumpliendo el programa que Él nos ha trazado y que está lejos de haberse cumplido.

 

¿Qué es lo que cambiará en nuestra sociedad, en el adviento 2020...? ¿De veras se allanarán senderos, de veras daremos pasos eficaces hacia esa tierra nueva, hacia esa sociedad mejor, con mayor justicia y fraternidad? ¿Qué es lo que va a cambiar en nuestras familias, en nuestras comunidades? ¿Se notará que hemos aceptado a Cristo como criterio de vida, con sus actitudes y su mentalidad? ¿Qué es lo que cambiará en nuestra vida personal? Pedro ha terminado su pasaje de hoy diciendo: "mientras esperáis, procurad que Dios os encuentre en paz con Él, inmaculados e irreprochables...".

 

Vivimos ya una espiral tentadora de compras y regalos. La sociedad de consumo nos envuelve en su red. Pero ¿es esa la preparación de la Navidad cristiana? Esperar a Cristo y alegrarse con su venida, salir a su encuentro, es algo mucho más profundo...

 

-La Eucaristía

 

Para este camino de conversión a Cristo tenemos nuestro "viático": la Eucaristía. La Palabra de Dios, que se nos proclama y que acogemos con fe; la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, esto es lo que nos da ánimos y nos sostiene en la peregrinación de cada semana. Mientras esperamos la gloriosa manifestación del Salvador, al final de la historia, todos somos convocados este año a una marcha hacia adelante: el Señor viene a nosotros, con tal que también nosotros vayamos hacia Él.


 

Oración de los fieles

  • Pidamos al Señor por intercesión de María Inmaculada que proteja a su Iglesia y la haga fiel a Jesucristo, para que dé testimonio de Dios ante los hombres, roguemos.
  • Pidamos por la paz en el mundo, por todos esos países de África donde se mata sin respeto a la vida sagrada de todo hombre, para que se respete la vida desde el vientre de la madre hasta el final, aclamando el amor de Dios, roguemos.
  • Por los matrimonios para que aprendamos a seguir el plan de Dios y se rechace la ideología de género y todos aprendan a vivir entre marido y mujer, roguemos.
  • Pidamos al Señor para que conceda  a muchos jóvenes escuchar la voz del Señor y seguirle con alegría en la vocación sacerdotal y religiosa, roguemos.

Padre de bondad acoge benignamente nuestras plegarias y danos la gracia de descubrirte a ti en la vida ordinaria y tú seas todo para nosotros, por cristo nuestro Señor.

P. Vicente Pérez.

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