AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS
Reflexión. Domingo 30 del año.
Lectura del libro del Éxodo 22,21-27.
Esto dice el Señor: No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto.
No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque si los explotas y ellos gritan a mí yo los escucharé.
Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar?
Si grita a mí yo lo escucharé, porque yo soy compasivo. ¿Palabra de Dios!
Tantos sufrimientos de Israel sea en Egipto como el desierto y el Señor los recuerda para que a estas personas que encentran en la Tierra Prometida las traten con delicadeza, no abusen de ellas. No oprimirás ni vejaras a estas personas. No los explotaras con préstamos usureros. No les quitaras la ropa, el manto para resarcirte de lo que le prestaste, no serás usurero, poniendo intereses altísimos.
Esto nos lo dice también a nosotros que vivimos en una sociedad de violencias, de abusos. Debemos nosotros ayudar a los demás que son pobres y no pasar de largo como si no los hubiéramos visto. Dios nos pedirá cuentas.
Salmo responsorial. Sal 17,2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab.
R/.Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
R/.Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos.
R/.Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu ungido.
R/. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza
Lectura de la 1ª carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses I, 5-10.
Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. 6 Y ustedes, por su parte, siguieron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo el mensaje con el gozo del Espíritu Santo en medio de graves dificultades; 7 hasta el punto de convertirse en modelo de todos los creyentes de Macedonia y Acaya. 8 A partir de ustedes la Palabra del Señor, no sólo se difundió en Macedonia y Acaya, sino que a todas partes llegó la fama de su fe en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto. 9 Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo, dejando los ídolos, se convirtieron a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, 10 y esperar la venida desde el cielo de su Hijo, al que resucitó de la muerte: Jesús, que nos libra de la condena futura. ¡Palabra de Dios!
San Pablo había predicado en Tesalónica a los judíos y después a los paganos y la respuesta fue de una acogida enorme, de disponibilidad para creer la Palabra de Dios como la disponibilidad que tuvo la Virgen y después los apóstoles. Hágase en mí según tu palabra y el Verbo de Dios se hizo carne. En la medida que acogemos la Palabra de Dios, Dios se hace presente en nosotros y empezamos a ser discípulos de Jesús, a tener los mismos sentimientos que él. Dios empieza a estar en nuestro corazón, nuestra alma, nuestro ser. Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí y cuando esto se da en nosotros, nuestros vecinos, compañeros lo notan y sienten que Dios les habla a ellos. Por eso nos dice que la Palabra de Dios se difundía entre ellos en distintas ciudades. Si yo acojo la Palabra de Dios, ¿siento que de mi boca sale un nuevo espíritu que contagia a los demás? Hoy se necesitan cristianos que se dejen llenar de la palabra de Dios y la difundan a sus hermanos.
Proclamación del evangelio según san Mateo 12, 34-40.
34 Al enterarse los fariseos de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron alrededor de él; 35 y uno de ellos, [doctor en la ley] le preguntó maliciosamente:
36 —Maestro, ¿cuál es el precepto más importante en la ley?
37 Le respondió: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Éste es el precepto más importante; 39 pero el segundo es equivalente: Amarás al prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos dependen la ley entera y los profetas. ¡Palabra del Señor!
El evangelio de Mateo 22,34-40 nos presenta una escena en los últimos días de la vida pública de Jesús. Se presentan ante Jesús unos fariseos que se consideraban santos y piadosos pero lo eran sólo por fuera. Querían coger a Jesús en una trampa para poder acusarlo ante las autoridades religiosas de Israel y también las autoridades romanas que habían sometido a Israel.
¿Cuál es el primer mandamiento de la Ley? Los estudiosos de Israel habían encontrado en la Biblia del antiguo testamento 365 preceptos positivos y 226 negativos. ¿Cuál de ellos es el más importante para la salvación? Ellos no reflexionan pues todos los días al levantarse los verdaderos israelitas en su casa se reunían para recitar este primer mandamiento, tomado del libro del Deuteronomio 6, 4 »Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es solamente uno. 5 Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. 6 Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, 7 se las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
Este mandamiento nos lleva a poner a Dios como el único, el Señor y se demuestra amándolo con todo el corazón, con toda el alma, con todo tu ser. No es un amor cualquiera. Es Dios, el creador, el Salvador a quien nosotros debemos amar, adorar, servir. Dios no espera algo de nosotros sino todo lo que somos.
Con el corazón debemos darle toda nuestra afectividad, amarle más que a nuestros padres, hermanos pues de lo contrario no somos dignos de Él.
Con toda el alma poniendo a Dios por encima de mis proyectos, mis ideas, mis pensamientos. Nada es más importante que Dios. Por eso no se haga mi voluntad sino la tuya. Así lo anunció y vivió Jesús, prefiriendo morir humillado en la cruz a poner su voluntad sobre Dios, su Padre.
Con todo el ser, es decir por encima de nuestros intereses económicos, de trabajo. Dios es todo. Y nosotros confiamos en Él que nos dará lo necesario para vivir como dice Mateo 6, 22…
Pero ¿cómo podemos decir que amamos a Dios a quien no vemos si no amamos a nuestros hermanos a quien vemos? Lo que hagamos a uno de estos hermanos más pequeños lo estamos haciendo a Dios y esa será la pregunta a la que debemos responder el día del juicio.
¿Pongo a Dios como centro de mi vida, lo amo más que a las demás cosas? Cuando un joven se va a casar, se pregunta ¿qué quiere Dios de mí? ¿Quiere que me case con esta persona y para compartir con ella mi vida para siempre? ¿Respeto la vida del otro desde su concepción hasta su muerte natural o me dejo llevar por mi maldad y lo mato? ¿Pongo a Dios como primero y el domingo es Dios lo primero o es el mercado, el dinero, el trabajo? ¿Me aprovecho del otro para humillarle, violentarle, prestarles con interese altos? ¿Respeto a mi cónyuge, a los hijos, a los padres? El que ama a Dios, debe amar a su hermano, empezando por los más cercanos. Debemos responder con hechos a estas cuestiones. No es cuestión de decir: Señor, Señor sino hacer la voluntad de Él siempre.
En este domingo celebramos el día de las misiones. Todos nosotros debemos ser conscientes que lo que nos salva es la fe en Jesucristo. Pero ¿cómo vamos a creer en Jesucristo si hoy existen millones de seres humanos que aún no han oído hablar de Jesús? Pensemos las inmensas muchedumbres de Asia: China, India, Birmania, indonesia, Japón, Corea. Jesús ha muerto por todos y quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. I Timoteo 2, 3 Eso es bueno y aceptable para Dios nuestro salvador, 4 que quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad. 5 No hay más que un solo Dios, no hay más que un mediador, Cristo Jesús, hombre, él también 6 que se entregó en rescate por todos conforme al testimonio que se dio en el momento oportuno; 7 y yo he sido nombrado su heraldo y apóstol –digo la verdad sin engaño–, maestro de los paganos en la fe y la verdad.
Si Dios nos llama a nosotros para esta misión y no la llevamos a cabo, Dios nos pedirá cuentas. ¿Qué hacemos nosotros para llevar la predicación del evangelio a las gentes? ¿Rezamos? ¿Ofrecemos a Dios nuestros sacrificios, nuestras penas? ¿Pedimos a Dios que mande misioneros, misioneras a dar su vida por los que aún no creen? ¿Estaríamos nosotros dispuestos a ir a Asia, África, Oceanía a anunciar el evangelio de Dios? San Pablo nos dejó dicho: ¡Ay de mí si no anuncio el evangelio! Predicar el evangelio incluso con sacrificios es un honor. Te haces compañero y amigo de Jesús y sientes que Él va contigo. Nos asiste ¿Qué respuesta das a Jesús que te amó hasta entregar su vida por ti?
Para la oración de los fieles
- Por toda la Iglesia, para que su principal testimonio ante el mundo sea por medio del amor liberador a todas las personas. Roguemos al Señor.
- Por todos aquellos que en su vida saben vivir amando al prójimo, para que sepan superar los reveses que las personas egoístas puedan causarles. Roguemos...
- Para que Dios se digne suscitar a jóvenes para que sientan el anuncio de Jesús para salvar a los hombres y se pongan en disponibilidad para realizar su vocación, para que el ejemplo de su vida convierta a los opresores. Roguemos...
- Por todos los que trabajan por la promoción y la liberación de las personas y los pueblos, para que nunca sean presa del desánimo. Roguemos...
- Por todos los que nos confesamos creyentes, para que nunca olvidemos que lo que verdaderamente agrada a Dios es que no explotemos a los débiles y necesitados. Roguemos...
- Por todos y cada uno de nosotros, para que nunca olvidemos que el mandamiento principal y primero es el del amorque nos lleva a anunciar el evangelio donde Jesús nos mande. Roguemos...
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro: aumenta nuestra fe, nuestra esperanza y, sobre todo, aumenta nuestro amor y nuestro sentido de la justicia para con todas las personas, de modo que vivamos siempre próximos a nuestros hermanos, especialmente a los más necesitados. Por Jesucristo.
El Señor nos acompañe este domingo y nos llene de su amor.
P. Vicente Pérez.
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