Domingo 19 del tiempo ordinario

Reflexión.

Lectura del libro I de Reyes 19,9-13.

8 Elías se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios. 9 Allí se metió en una cueva,  donde pasó la noche. Y el Señor le dirigió la palabra:
– ¿Qué haces aquí, Elías?
10 Respondió:
–Me consume el celo por el Señor, Dios Todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y asesinado a tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan para matarme.
11 El Señor le dijo:
–Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va a pasar!
Vino un huracán tan violento, que descuajaba los montes y resquebrajaba las rocas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. 12 Después del terremoto vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se oyó una brisa tenue; 13 al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.

Salmo 84, 9-14.

Muéstranos, Señor, tu misericordia
Y danos tu salvación.
9 Voy a escuchar lo que dice Dios:
el Señor ha prometido bienestar
a su pueblo, y a sus amigos,
que confían nuevamente en él.
10 La Salvación ya está cerca de sus fieles,
y su Gloria habitará en nuestra tierra.
Muéstranos, Señor, tu misericordia
Y danos tu salvación.
11 El amor y la verdad se dan cita,
la justicia y la paz se besan;
12 la verdad brota de la tierra,
la justicia se asoma desde el cielo.
Muéstranos, Señor, tu misericordia
Y danos tu salvación.
13 Con una orden el Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra nos dará su cosecha.
14 La justicia caminará delante de él,
la salvacon seguirá sus pasos.
Muéstranos, Señor, tu misericordia
Y danos tu salvación.

Lectura de la carta los Romanos, 9,1-5.

1 Les voy a hablar sinceramente, como cristiano, sin mentir; y el Espíritu Santo confirma el testimonio de mi conciencia. 2 Siento una pena muy grande, un dolor incesante en el alma: 3 hasta desearía ser aborrecido de Dios y separado de Cristo si así pudiera favorecer a mis hermanos, los de mi linaje. 4 Ellos son israelitas, adoptados como hijos de Dios, tienen su presencia, las alianzas, la ley, el culto, las promesas, 5 los patriarcas; de su linaje carnal desciende Cristo, Dios bendito por siempre, que está sobre todo. Amén.

Proclamación del evangelio según san Mateo 14,22-33.

Después que se sació la gente, 22 enseguida Jesús mandó a los discípulos embarcarse y pasar antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. 23 Después de despedirla, subió él solo a la montaña a orar. Al anochecer, todavía estaba allí, solo. 24 La barca se encontraba a buena distancia de la costa, sacudida por las olas, porque tenía viento contrario. 25 Ya muy entrada la noche Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. 26 Al verlo caminar sobre el lago, los discípulos comenzaron a temblar y dijeron:
— ¡Es un fantasma!
Y gritaban de miedo.
27 Pero [Jesús] les dijo:
— ¡Anímense! Soy yo, no teman.
28 Pedro le contestó:
—Señor, si eres tú, mándame ir por el agua hasta ti.
29—Ven, le dijo.
Pedro saltó de la barca y comenzó a caminar por el agua acercándose a Jesús; 30 pero, al sentir el [fuerte] viento, tuvo miedo entonces empezó a hundirse y gritó:
— ¡Señor, sálvame!
31 Al momento Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo:
— ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32 Cuando subieron a la barca, el viento amainó. 33 Los de la barca se postraron ante él diciendo:
—Ciertamente eres Hijo de Dios.
 
La Iglesia nos presenta la primera Lectura tomada del libro de los Reyes 19, 9-13 en que vemos al Profeta Elías que después de derrotar a los profetas de Baal tiene que huir al monte Horeb para renovar la alianza con Dios pero a Dios lo encuentra en un susurro suave, en la humildad; es el Dios de la misericordia. Después en la carta a Los Romanos vemos a Pablo sufriendo por los de su raza. Él es judío y cristiano y quisiera ver a  los judíos como cristianos y por eso sufre. Romanos 9, 1-5. Por fin vemos el evangelio de Mateo 14, 22-33, Jesús ha multiplicado los panes y los peces y la multitud quiere hacerle rey para que llene sus estómagos. Jesús, sin embargo, no busca honores, triunfos. Ya el demonio le había tentado para que se botase del templo y Dios mandaría a sus ángeles y la gente lo aclamaría como un superman y Jesús rechaza esa tentación. También el demonio nos tienta para que busquemos honores, grandezas humanas y la gente nos aplauda pero también nosotros debemos alejarnos de estos triunfos pasajeros. Nosotros estamos llamados a servir y dar la vida por los demás como Jesús.
 
Jesús se retira a orar. Ora por los apóstoles y discípulos para que Dios los libre de la tentación de renegar de Jesús; ora por los verdugos que lo azotan, lo coronan de espinas, lo matan para que se conviertan y se salven; Ora por los pecadores para que se renuevan y levanten los ojos a Dios; ora por los enfermos, ancianos, los que sufren para que sean consolados. Reza por nosotros para que nos pongamos en sus manos. Todas las intenciones de los seres humanos están en el corazón de Jesús y su oración sube al Padre y nos salva. Pongamos todas nuestras intenciones en Jesús y Él las pondrá en el Padre.
 
Mientras tanto los discípulos han subido a la barca como Jesús les ha dicho. La barca es símbolo de la Iglesia. Están en el mar como símbolo de que están a merced del Leviatán, del demonio y un fuerte viento a la madrugada amenaza con hundirlos. Aquellos pescadores están asustados.
 
También nosotros hemos subido a la barca de la Iglesia. Nos hemos embarcado con Jesús y esto supone que nos hacemos una sola cosa con Jesús, que pensamos como Jesús, hablamos como Jesús, actuamos como Jesús. No podemos seguir siendo cristianos porque así nos han dicho sin tomar conciencia de nuestra entrega a Jesús. Cristiano por costumbre no tiene sentido en ese mundo de pecado. Estamos llamados a estar integrados en la comunidad cristiana. A Jesús solo lo encontramos en la Iglesia. Fuera de ella no lo vemos.
 
En la barca los apóstoles están a merced de las olas, es decir, del poder del demonio, que siempre nos tienta para que no seamos de él y hasta parece que Jesús no está con nosotros y nos sentimos desconcertados, sentimos las amenazas del mundo y sus concupiscencias que quieren tragarnos para que perdamos la fe, el sentido de Dios en la vida y muchos se han dejado seducir y se han apartado de Dios, de su Iglesia. Pensemos un poco si nos ha pasado a nosotros. El pecado, las malas compañías nos han apartado de Dios y buscamos tantos pretextos para no ir a misa, para no casarnos, para no perdonar, para abandonar el matrimonio. Cada uno piense y póngase ante Dios.
 
De repente aparece una sombra. Los apóstoles creen que es un fantasma.  Pero no; es Jesús que camina sobre las aguas, es decir sobre el poder de la muerte, del mal porque Él es el Señor. Jesús se presenta como el que es. Es el mismo nombre que Dios da a Moisés: Soy el que soy, “yo soy” el que está junto a nosotros para salvar. Pedro se deja llevar por el entusiasmo: si eres tú, mándame ir a Ti. Tiene una fe dudosa pero pretende que Jesús haga un milagro. Y ante la invitación de Jesús, se lanza al mar, teniendo la mirada en Jesús pero mientras lo mira y cree, vence las olas. Mientras nosotros miramos a Jesús y lo invocamos, vencemos las tentaciones del demonio por el poder de Jesucristo y puede decir con Jesús al demonio que se aparte de él y obedecerá. Pero cuando siente la fuerza del viento y deja de mirar a Jesús, se hunde, se olvida que era pescador y clama a Jesús que lo agarra de la mano y lo levanta y lo mete de nuevo en la barca. Jesús, sin embargo, le hace ver la poca fe.
 
También nosotros sentimos que en medio de las dificultades viene a Jesús. No es un fantasma. A los apóstoles el día de la resurrección les mostrará sus manos y sus pies y todos creerán y la fe los salva. También hoy Jesús se nos hace presente en nuestra vida, sobre todo, en los momentos de más angustia. Tenemos que levantar los ojos y ver que Jesús no es un fantasma, es el Hijo de Dios que está junto a nosotros y nos salva. También nosotros debemos gritarle: si eres tú, que yo pueda andar sobre las aguas. No es algo físico sino espiritual. La oración es un grito en que muestra nuestra fe que nos empuja a ser totalmente de Jesús. Que yo pueda vencer el pecado, que yo pueda perdonar, que yo pueda ser fiel a mi matrimonio, que yo me agarre a Dios y no lo suelte.
 
Con Jesús terminó el viento y vino la serenidad. Con Jesús viene la paz a los hogares, a los vecinos. Con Jesús somos honestos y no nos aprovechamos de los demás. Con Jesús lo podemos todo. Animo. Yo he vencido al mundo, nos dice Jesús. No cedamos ante la falta de fe, no nos miremos a nosotros sino a Él y sentiremos la fuerza de su poder. Con Jesús llegamos al puerto de nuestra salvación y podemos cantar victoria por Jesucristo, nuestro Señor.
 
En la primera lectura tomada delibro de los Reyes vemos al profeta de Dios, Elías que significa Yahveh es Dios que ha ido al monte del Horeb donde Dios dio a su pueblo la Alianza. Allí está aguardando a Dios que vendrá cuando menos lo piense y en la forma que Dios quiera. No viene en la fuerza del poder sino en el susurro del viento y allí descubre a Dios. Dios nos atrae a buscar a Dios en la vida y no nos cansemos porque Dios se nos manifiesta en la forma que Él quiera. Estamos llamados a vigilar porque Dios se hace presente en el susurro del silencio y oración.
 
En la segunda lectura de los romanos vemos el sufrimiento de Pablo porque los suyos no han creído en Jesús a pesar de que han recibido los dones de Dios pero se han encerrado en sí mismos. Esto nos dice que no podemos encerrarnos en nuestras ideas sino estar siempre dispuestos a agarrarse a Dios y aceptarlo no como nosotros queremos sin como Él quiera manifestarse a Nosotros.

Para la oración de los fieles.

  • Por la Iglesia, para que busque siempre en el Señor la fuerza necesaria para llevar a cabo su misión en el mundo. Oremos.
  • Por todos los cristianos, para que nos esforcemos en conocer cada día más y mejor la voluntad de Dios y así vivamos con más coherencia nuestra fe. Hoy hemos.
  • Por todos los que trabajan por lograr un mundo más humano y más fraterno, para que nunca se desanimen ante las dificultades y vean recompensados sus esfuerzos con el triunfo. Oremos.
  • Por todos los pueblos y personas, para que disfruten de paz y libertad verdaderas y plenas. Oremos.
  • Por todos los que dudan y vacilan en su fe, para que encuentren la fortaleza que da el confiar plenamente en Dios. Oremos.
  • Por todos nosotros, para que encontremos en la Eucaristía y en la Comunidad la fuerza y el ánimo necesarios para no perder nunca la ilusión ni la esperanza. Oremos.

Oración comunitaria

Dios, Padre nuestro, acrecienta en nosotros el sentimiento de hijos tuyos, nuestro amor y nuestra confianza en Ti, para que seamos en todo momento y circunstancia signos vivos de tu presencia en medio de la humanidad. Por Jesucristo.
 
P. Vicente Pérez.

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