JESÚS NOS PREPARA UN HOGAR


Reflexión. Quinto domingo de pascua. 
 
LECTURA DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES, 5, 1-7.
 
1 Por entonces, al aumentar el número de los discípulos, empezaron los de lengua griega a murmurar contra los de lengua hebrea, porque sus viudas quedaban desatendidas en la distribución diaria de los alimentos.
2 Los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron:
—No es justo que nosotros descuidemos la Palabra de Dios para servir a la mesa; 3 por tanto, hermanos, elijan entre ustedes a siete hombres de buena fama, dotados de Espíritu y de prudencia, y los encargaremos de esa tarea. 4 Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra.
5 Todos aprobaron la propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía.
6 Los presentaron a los apóstoles, y éstos después de orar les impusieron las manos. 7 El mensaje de Dios se difundía, en Jerusalén crecía mucho el número de los discípulos, y muchos sacerdotes abrazaban la fe. 
 
El día de Pentecostés mucha gente creyó en Jesús, se bautizaron unas tres mil personas y empezaron a compartir sus cosas. Los que abundaban en bienes los ponían a disposición de los apóstoles que a su vez los repartían ente los pobres. La comunidad creció y los apóstoles ya no alcanzaban a todos. Por eso pensaron en dar este poder y servicio a unos hombres de buena conducta y una fe íntegra en Jesús. Escogieron a siete varones y rezaron por ellos, después los impusieron las manos en la cabeza y bajó sobre ellos el Espíritu Santo y desde ese momento sintieron la fuerza y se dedicaron al servicio de la caridad.
 
También hoy la Iglesia vive entre gente que son pobres por lo general. La Iglesia ha puesto el servicio de Caritas para recoger bienes y repartirlos entre los más pobres. Es un servicio de amor al ejemplo de Jesús que se despojó de su rango divino para servir a los ciegos, cojos, menesterosos, leprosos. Hoy se necesitan también personas que dediquen su tiempo a los más pobres pues lo que hacemos a ellos, lo hacemos al mismo Jesús. No tengamos miedo de desprendernos de las cosas, de dar nuestro tiempo que seremos recompensados por el mismo Dios.
 
Salmo responsorial.- Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19
 
Que tu misericordia venga sobre nosotros como lo esperamos de ti.
1 Aclamen, justos, al Señor,
que la alabanza es propia de hombres rectos.
2 Den gracias al Señor con la cítara,
toquen para él el arpa de diez cuerdas.
Que tu misericordia venga sobre nosotros como lo esperamos de ti.
4 Que la palabra del Señor es recta
y su actuación es fiable.
5 Ama la justicia y el derecho
y su amor llena la tierra.
Que tu misericordia venga sobre nosotros como lo esperamos de ti.
18 Mira el ojo del Señor sobre sus fieles,
que esperan en su amor,
19 para librar su vida de la muerte
y mantenerlos en tiempo de hambre.
Que tu misericordia venga sobre nosotros como lo esperamos de ti. 
 
Lectura de la 1ª carta de san Pedro 2, 4-9.
 
4 Acérquense al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, elegida y estimada por Dios; por eso, al acercarse a él, 5 también ustedes, como piedras vivas, participan en la construcción de un templo espiritual y forman un sacerdocio santo, que ofrece sacrificios espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 6 Por eso se lee en la Escritura: Miren, yo coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa: quien se apoya en ella no fracasa. 7 Es preciosa para ustedes que creen; en cambio, para los que no creen, la piedra que rechazaron los arquitectos es ahora la piedra angular 8 y piedra de tropiezo, roca de escándalo. En ella tropiezan los que no creen en la palabra: tal era su destino. 9 Pero ustedes son raza elegida, sacerdocio real, nación santa y pueblo adquirido para que proclame las maravillas del que los llamó de las tinieblas a su maravillosa luz. 
 
San Pedro nos llama a acercarse a Jesús, a integrarnos en Él mediante la fe, la esperanza y la caridad para unirnos a la piedra viva que sirve para la construcción del templo de Dios. Jesús había dicho que Él era el templo. Aquí nos dice que ese templo está hecho de piedras y Jesús es la piedra angular del edificio. En la antigüedad se fabricaban los templos con piedras y se iban redondeando hasta que quedaba en la parte superior y un hueco donde se colocaba la piedra centra que sostenía todo el edificio. Jesús se presenta como la piedra angular que está llena de vida pero que ha sido rechazada por los hombres en la cruz, y ahora ha sido elegido por Dios para completar este templo dedicado a Dios y ese templo está llamado a bendecir a Dios. Por eso se dice que esa piedra es parte del sacerdocio de Cristo y nosotros unidos a esta piedra que es Cristo formamos parte de este templo. San Pablo nos dice que somos templo de Dios. Lo mismo que Israel hizo una alianza con Dios y formó el templo de Dios. También nosotros. Si de verdad escuchan al Señor y guardan sus mandamientos, serán mi Pueblo, linaje escogido porque hemos sido  elegidos de Dios y consagrados a Él; somos nación santa entregada al servicio de Dios, pueblo adquirido por Dios porque nos sacó de la esclavitud de Egipto y ahora de la esclavitud del pecado y este pueblo está llamado a anunciar al mundo lo que Dios ha hecho por nosotros para salvarnos. Por eso brota de nuestros corazones la alabanza y acción de Gracias. Debeos ofrecer sacrificios agradables a Dios. Estos son los sacrificios: 
 
Hebreos 13, 15 Por medio de él, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre.
16 No se olviden de hacer el bien y de ser solidarios: ésos son los sacrificios que agradan a Dios. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Romanos 12, 1 Ahora, hermanos, por la misericordia de Dios, los invito a ofrecerse como sacrificio vivo, santo, aceptable a Dios: éste es el verdadero culto.
Filipenses 2, 17 Y si ahora debo derramar mi sangre como libación sobre el sacrificio y la ofrenda sagrada, que es la fe de ustedes, me alegro y comparto su alegría; 18 también ustedes, alégrense y celébrenlo conmigo.
4,18 Por el momento tengo todo lo que necesito, y más aún, tengo de sobra con lo que Epafrodito me entregó de parte de ustedes: fue como una ofrenda de grato aroma, un sacrificio aceptable y agradable a Dios. 19 Mi Dios, colmará todas sus necesidades según su riqueza y generosidad por medio de Cristo Jesús. 20 Al Dios y Padre nuestro
Efesios 2, 21 Por él todo el edificio bien trabado crece hasta ser santuario consagrado al Señor, 22 por él ustedes entran con los demás en la construcción para ser morada de Dios en el Espíritu. 
 
Lectura del santo evangelio de san Juan 14, 1-2.
 
1 No se inquieten. Crean en Dios y crean en mí. 2 En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así lo habría dicho, porque voy a prepararles un lugar.
3 Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. 4 Ya conocen el camino para ir a donde [yo] voy.
5 Le dice Tomás:
—Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino?
6 Le dice Jesús:
—Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre si no es por mí.
7 Si me conocieran a mí, conocerían también al Padre. En realidad, ya lo conocen y lo han visto.
8 Le dice Felipe:
—Señor, enséñanos al Padre y nos basta.
9 Le responde Jesús:
—Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes ¿y todavía no me conocen? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre: ¿cómo pides que te enseñe al Padre? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo les digo no las digo por mi cuenta; el Padre que está en mí es el que hace las obras. 11 Créanme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; si no, créanlo por las mismas obras.
12 Les aseguro: quien cree en mí hará las obras que yo hago, e incluso otras mayores, porque yo voy al Padre. 
 
En la última cena, Jesús había hablado a sus discípulos sobre su partida. Jesús le dice a Pedro que no tiene fuerzas para seguir a Jesús. Lo hará más tarde. Por eso Jesús nos dice a todos con un amor grande que estemos tranquilos ante los acontecimientos de dolor, muerte, no nos dejemos llevar por la conmoción. Estamos llamado a agarrarnos a Dios, creyendo en Él y apoyándonos a él. No dejemos que la desesperación, la tristeza, la amargura se apoderen de nosotros. Estamos llamado en estas circunstancias a levantar los ojos a Dios.
 
Jesús nos dice algo más: Jesús se marcha pero no se olvidara de nosotros. Va a estar en el cielo con su Padre y Padre nuestro. Pero no se olvidará de nosotros sino que nos irá a preparar se nos un lugar para que allí donde está Jesús, estemos nosotros y también el Padre.
 
Él quiere que donde esté Él, esté también su servidor. (Jn 12, 26). Él nos prepara un sitio donde veremos y gozaremos de Dios. El Señor bajará del cielo y los muertos que están en Cristo resucitarán los primeros; luego, nosotros, los vivientes que hayan quedado. Nos reuniremos con ellos y seremos llevados sobre las nubes para encontrarnos con el Señor en los aires, y así estaremos siempre con el Señor. (I Tés 4, 6-17). Jesús descenderá del cielo, nos llevará, para estar juntos para siempre. Por eso el acento recae en la reunión de los discípulos con Jesús.  (Jn 12, 26) donde está Jesús, estará también su servidor y todos nosotros. Jesús entonces está con nosotros ahora, después se irá con el Padre y Él estará con nosotros y por tanto también nosotros con el Padre.
Ahora está Jesús va de viaje, por medio de su muerte y nos dice que Él es el camino, la Verdad y al Vida y solo vamos al Padre mediante Jesús que es el mediador entre Dios y nosotros. Yo, Jesús soy el camino por donde se va al Padre. A Tomas y a cada uno de nosotros nos dice: si crees que yo soy la Verdad y la Vida, puedes estar seguro de encontrar en mí el camino que conduce al Padre y Jesús nos precede en este caminar.
 
Quien ve a Jesús, ve al padre. Quien ha empezado a conocer al Padre a través de Jesús, ya ahora lo experimentaría en sí mismo hasta llegar a la plenitud del conocimiento amorosos de Dos. Toda la vida del cristiano es un continuo progreso en el conocimiento experimental amoroso de Dios y experimentaremos su Gloria, la Gloria del Hijo y del Padre.
 
Esto nos debe ayudar a tener ante nuestros ojos a Dios, desear estar con Él para siempre, buscarlo, amarlo y saber que allá en el cielo no hay miedo a perderlo. Viviremos para siempre con el Señor. Ver a Jesús, es ver al Padre. 
 
Juan 12, 44 Jesús exclamó:
—El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió. 
 
P. Vicente Pérez.

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