JESÚS ES EL SALVADOR
REFLEXIÓN. DOMINGO TERCER DE PASCUA
Lectura de Hechos de los Apóstoles 3,13-15. 17-19.
12 Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente: «Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud? 13 El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. 14 Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; 15 matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. 16 Por la fe en su nombre, este, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido completamente la salud, a la vista de todos vosotros. 17 Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; 18 pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. 19 Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.
Salmo responsorial 4.2.4.7.9.
Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.
2 Escúchame cuando te invoco, Dios de mi justicia;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.
4 Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.
7 Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?».
Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.
9 En paz me acuesto y enseguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.
Después de Pentecostés los apóstoles hacen su vida religiosa normalmente. Van al Templo a orar y un día se encuentran Pedro y Juan con un paralitico que pedía limosna. No tienen dinero, son pobres, pero invocan a Jesús, el enfermo cree y queda sano. Todos van al templo, pero ahora para bendecir al Señor. Sin embargo, allá están los fariseos y otros grupos judíos que achacan a los apóstoles por este hecho y Ellos aprovechan la oportunidad para anunciar a Jesús, el que pasó por las tierras de Palestina haciendo el bien y curando a los enfermos, perdonando a los pecadores y sin embargo los dirigentes judíos lo mataron por medio de la autoridad romana. Sin embargo y, esta es la buena noticia para toda la humanidad, también para nosotros, a este Jesús Dios lo ha resucitado. Él es el Mesías, el Señor para renovar a toda la humanidad. Quien cree que Jesús ha resucitado de entre los muertos, sabe que en su nombre se nos perdonan los pecados y podemos empezar una vida nueva. Este buen anuncio es también para nosotros.
También Jesús ha pasado en nuestras vidas de muchas maneras. A veces con una Palabra que hemos recibido cuando hemos ido a la misa, a veces una persona nos ha dado una buena palabra para que reflexionemos, a veces a través de un sufrimiento porque Jesús transforme el mal en bien y nosotros frente a tanta bondad, hemos rechazado a Jesús, hemos preferido que sea Barrabás, el ladrón y criminal, quien dirija nuestras vidas. Pero hoy recibimos una buena noticia. Si acogemos a Jesús en el corazón y lo confesamos con la boca, recibimos el perdón de los pecados, la transformación de la vida para aceptar a todos y amarlos y en el amor encontrar la felicidad. ¿Creemos nosotros en Jesús, muerto y resucitado? ¿Dejamos que Jesús transforme nuestra vida y no nos resistimos, a la luz y el amor de Jesús? Por eso san Pedro nos dice que nos arrepintamos de nuestros pecados y esto significa que debemos detestarlos y tomar la idea de dejarnos guiar por Dios, por su amor, su poder y veremos la vida nueva de cada uno de nosotros.
Lectura de la primera carta de San Juan 2, 1-5.
1 Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. 2 Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
3 En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. 4 Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
Jesús es luz, vida, pero nosotros volvemos muchas veces a las tinieblas del pecado y si alguien dice que no tiene pecado, es mentiroso y la verdad de Dios nos está en él.
Frente a esta realidad san Juan nos da una esperanza. No debemos pecar quienes estamos bautizados, pero si tenemos la desgracia de cometer algún pecado, tenemos a Jesucristo resucitado que está intercediendo por todos nosotros ante el Padre. Él es nuestro abogado. Él ha tomado sobre su cuerpo nuestros pecados para perdonarnos las veces que sean. Él se ha ofrecido en la cruz como propiciación, es decir, como alguien que paga por nosotros nuestras maldades porque Dios es santo y solo en este sentido podemos acercarnos a Dios y a los demás. Pero debemos tener presente que, si bien Jesús intercede y pone las llagas de sus manos, de sus pies, de su costado para perdonar nuestros pecados, esto no nos debe llevar a tener la idea que podemos pecar porque Jesús nos perdona. Las llagas de Jesús significan el amor inmenso de Jesús que ha requerido que sigan presentes en sus brazos, pies, costado para atraernos al amor de él, a una vida santa. Miremos a Jesús crucificado, llagado, lleno de amor y confrontemos nuestro cuerpo y esto nos debe llegar a dejar el pecado, a luchar contra el pecado, a agarrarnos a Jesús para que no nos deje caer en la tentación y no tengamos obstáculos para entregarnos a Jesús y revestirnos de su amor y Gracia. Quien guarda su Palabra, el amor de Dios ha llegado en Él a su plenitud, termina san Juan.
Proclamación del Evangelio de san Lucas 24, 35-48.
35 En aquel tiempo los discípulos contaban lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. 36 Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros».
37 Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. 38 Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? 39 Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies. 41 Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?».
42 Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. 43 Él lo tomó y comió delante de ellos. 44 Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
45 Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. 46 Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día 47 y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Después de aparecerse a los discípulos de Emaús, estos regresan a Jerusalén llenos de alegría. No tienen miedo a la noche porque Cristo ha vencido a la oscuridad y si le habían pedido que se quede con ellos porque era tarde, ahora que el desconocido es Jesús, vencedor de la muerte, no tienen miedo, para volver en la noche a Jerusalén.
En Jerusalén se han estado reuniendo los discípulos de Jesús para dar a conocer las noticias de Jesús vivo, Tienen miedo aun, pero la alegría que Jesús ha resucitado ha invadido sus corazones. En estas circunstancias Jesús se hace presente en medio de ellos para darles alegría, confianza, unidad, amor. Jesús resucitado estará siempre con ellos y con nosotros hasta el fin del mundo. Les muestra las señales de sus clavos, su amor; les pide que le den algo de comer, no porque él necesitase comer sino para demostrarles que era él mismo y no otro. Les vuelve a repetir lo que les había dicho a los discípulos de Emaús. Todos los profetas lo habían anunciado. No es una novedad; estaba previsto. Basta tener los ojos de la mente abiertos para entender las Escrituras y podrían estar seguros que todo se había cumplido en Jesús y sigue cumpliéndose en Él. También Jesús se nos hace presente a nosotros para fortalecernos en la fe. Debemos tener la experiencia de Jesús y tener seguridad de Jesús para testimoniarlo hasta los confines de la tierra.
Hay algo que se repite en todas las lecturas de este domingo. En la primera lectura san Pedro nos dice que nos arrepintamos para que se nos perdonen los pecados. En la segunda lectura san Juan nos dice que no pequemos, pero si tenemos la desgracia de hacerlo, Jesús asume nuestros pecados para ser víctima de propiciación de nuestros pecados y transformarnos en criaturas nuevas, En el Evangelio se nos manda que vayamos por el mundo entero a predicar la conversión de la gente, para que detesten sus pecados y se les perdonen. Cristo ha resucitado, ha vencido el pecado, la muerte. Dejemos que Él entre en nuestro corazón.
Para la oración de los fieles
Oremos a Dios Padre que en Jesús ha querido acercarse a cada uno de nosotros y supliquémosle diciendo: Escucha, Padre nuestras súplicas.
Por todas las Iglesias y confesiones cristianas, para que muestren siempre la veracidad de su conocimiento de Dios en la autenticidad de su compromiso de solidaridad para con los más necesitados. Escucha...
Por la sociedad civil, para que con el influjo de la fuerza renovadora del Evangelio a través de la aportación de os cristianos y cristianas, se involucre con gozo en la construcción de esa Utopía que nosotros llamamos «Reino». Escucha...
Por nuestras comunidades cristianas, para que en el continuo ejercicio del compartir seamos cada vez más signo de amor, de bondad y fraternidad en nuestras sociedades. Escucha...
Oración comunitaria
Oh Dios, Padre-Madre de todos: que tu pueblo universal se regocije al saber de tu fidelidad, que nosotros vemos manifestada en su intervención en la resurrección de Jesús; y que la alegría de saber que Tú estás tan fielmente de parte del Amor y de la Vida, nos ayude a todos/todas a continuar sin desfallecimiento en la construcción del proyecto de Vida y Salvación que quieres para todos los pueblos; tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.
P. Vicente Pérez..
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