EL ANUNCIO DEL EVANGELIO


Reflexión. Tercer domingo de pascua.
 
Lectura de los Hechos de los apóstoles 2, 14 y 22-28.
 
El día de Pentecostés
 
14 Pedro se puso de pie con los Once y levantando la voz les dirigió la palabra:
—Judíos y todos los que habitan en Jerusalén, sépanlo bien y presten atención a lo que voy a decir.
22 Israelitas, escuchen mis palabras:
—Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes con los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por su medio, como bien saben. 23 A éste hombre, entregado conforme a los planes y propósitos que Dios tenía hechos de antemano, ustedes lo crucificaron y le dieron muerte por medio de gente sin ley. 24 Pero Dios, liberándolo de los rigores de la muerte, lo resucitó, porque la muerte no podía retenerlo.
25 David dice refiriéndose a él:
Pongo siempre delante al Señor:
con él a la derecha no vacilaré.
26 Por eso se me alegra el corazón,
mi lengua canta llena de gozo
y mi carne descansa esperanzada:
27 porque no me dejarás en la muerte
ni permitirás que tu devoto
conozca la corrupción.
28 Me enseñaste el camino de la vida,
me llenarás de gozo en tu presencia. ¡Palabra de Dios! 
 
Jesús se había marchado al cielo y los apóstoles esperaron la llegada del Espíritu Santo. Sentían la fuerza de Él y por eso había gente que pensaba que estaban borrachos. No era esto sino el Espíritu santo mandado desde el cielo por Dios Padre y el Hijo. San Pedro en nombre de todos los apóstoles nos da un anuncio para todos los seres humanos de cualquier raza o nación.
 
Jesús pasó en Palestina haciendo el bien a todos con sus milagros, con su dulzura, con su generosidad. Libera a los esclavos del demonio y los dio la libertad. Sin embargo después de hacer esta misión, los jefes de los judíos le rechazaron, lo condenaron a muerte, se sirvieron de las autoridades de Roma, que mandaban en Palestina y lo mataron, clavándolo en una cruz como un instrumento más vergonzoso y humillante.
 
Sin embargo Dios estaba con Él y no le dejó abandonado. Lo bajaron al sepulcro pero al tercer día Dios lo resucitó. Él había muerto llevando nuestros pecados. Se cargó con ellos para que los pecados no nos destruyen a nosotros sino que nos den la vida. Dios lo resucitó porque no podía quedar bajo el imperio de la muerte y el pecado. Sin que nadie pudiera hacer nada ni supieran a qué hora se realizó este misterio, abandonó el sepulcro para nunca más morir y darnos a todos la salvación para siempre.
 
Por eso nosotros cantamos aleluya, alabad al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua y mi carne descansa esperanzada.
 
Quien ha experimentado el poder de la vida y ha acogido al Señor sabe que si lo creemos en el corazón y lo anunciamos con nuestra lengua, sentiremos la salvación de Jesús y no permitiremos que el pecado nos esclavice de nuevo. Hemos ido liberados para ser de nuevo de Dios.
 
Respondemos con el salmo 15, 1-2, 5 7-8. 9-10.11.
 
Señor, me enseñarás el sendero de la vida
1 ¡Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti!
2 Yo digo al Señor: Dueño mío, tú eres mi Bien,
nada es comparable a ti.
5 Señor, tú eres la parte de mi herencia y de mi copa;
Tú mismo has echado mi suerte:
Señor, me enseñarás el sendero de la vida
7 Bendigo al Señor que me aconseja,
aun de noche instruye mi conciencia.
8 He elegido al Señor como mi guía perpetuo,
de su diestra jamás me apartaré.
Señor, me enseñarás el sendero de la vida
9 Dios fiel, se me alegra el corazón,
mis entrañas saltan de gozo,
y aun mi carne habita al cubierto,
10 pues no entregarás mi vida al Abismo,
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.
Señor, me enseñarás el sendero de la vida
11 Me enseñarás un camino de vida,
me llenarás de alegría en tu presencia,
de gozo eterno a tu derecha.
Señor, me enseñarás el sendero de la vida 
 
Lectura de la 1ª carta de san Pedro 1, 17-21.
 
17 Y si llaman Padre no hace diferencia entre las personas y juzga cada uno según sus obras, vivan con respeto durante su permanencia en la tierra. 18 No olviden que han sido liberados de la vida inútil que llevaban antes, imitando a sus padres, no con algún rescate material de oro y plata 19 sino con la preciosa sangre de Cristo, cordero sin mancha ni defecto, 20 predestinado antes de la creación del mundo y revelado al final de los tiempos, en favor de ustedes. 21 Por medio de él creen en Dios, que lo resucitó de la muerte y lo glorificó; de ese modo la fe y la esperanza de ustedes se dirigen a Dios. ¡Palabra de Dios!
 
San Pedro había escrito una Homilía para el Bautismo y bendijo a Dios porque hemos renacido para una esperanza firme y segura. En este domingo nos llama a invocar a Dios como Padre que juzgará nuestras obras y por eso tenemos que tomar en serio la vida presente porque Jesús nos ha comprado no con oro o plata sino con la sangre de Cristo, el cordero sin mancha y sin defecto y por eso debemos ser fieles a Dios. Tomemos con temor, es decir, respeto y seriedad esta vida presente. Vivamos como quieres creen en Dios y se entregan a Dios.
 
Proclamación del Evangelio según san Lucas 24, 13-35.
 
13 Aquel mismo día, dos de ellos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, que está a unos diez kilómetros de Jerusalén.14 En el camino conversaban sobre todo lo sucedido. 15 Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. 16 Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo.
17 Él les preguntó:
— ¿De qué van conversando por el camino?
Ellos se detuvieron con rostro afligido, 18 y uno de ellos, llamado Cleofás, le dijo:
— ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que desconoce lo que ha sucedido allí estos días?
19 Jesús preguntó:
— ¿Qué cosa?
Le contestaron:
—Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. 20 Los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. 21 ¡Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel!, pero ya hace tres días que sucedió todo esto.
22 Es verdad que unas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado; ellas fueron de madrugada al sepulcro, 23 y al no encontrar el cadáver, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles asegurándoles que él está vivo.
24 También algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como habían contado las mujeres; pero a él no lo vieron.
25 Jesús les dijo:
— ¡Qué duros de entendimiento!, ¡cómo les cuesta creer lo que dijeron los profetas! 26 ¿No tenía que padecer eso el Mesías para entrar en su gloria?
27 Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que en toda la Escritura se refería a él.
28 Se acercaban al pueblo adonde se dirigían, y él hizo ademán de seguir adelante. 29 Pero ellos le insistieron:
—Quédate con nosotros, que se hace tarde y el día se acaba.
Entró para quedarse con ellos; 30 y, mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio.
31 Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
32 Se dijeron uno al otro:
— ¿No sentíamos arder nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escritura?
33 Se levantaron al instante, volvieron a Jerusalén y encontraron a los Once con los demás compañeros, 34 que afirmaban:
—Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
35 Ellos por su parte contaron lo que les había sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
¡Palabra del Señor!
 
Jesús ha resucitado y le han visto algunas mujeres que han dado testimonio de Él pero otros no han creído y decepcionados de Jesús se van a su casa. Van a seguir sus tareas. Tienen un bonito recuerdo de Jesús pero nada más.
 
En estas circunstancias Jesús se hace presente a ellos porque el buen Pastor no deja que las ovejas se alejen de Él. Jesús caminó con ellos pero sin reconocer a Jesús. Muchas veces nosotros nos sentimos decepcionados de Jesús porque no hemos recibido algún don y no sentimos el deseo de seguirle y compartir su vida pero Él camina con nosotros.
 
Le dicen a Jesús lo que han visto pero no han penetrado en su misterio. Creían a Jesús como un profeta poderoso en obras y palabras pero no lo veían como el Mesías, mandado por Dios. Para nosotros Jesús es eso: un profeta pero no el Salvador de los hombres. Por eso no esperamos ya en Jesús sino en ideologías de este mundo.
 
Jesús tiene misericordia y los ilumina: Son torpes y tardos de corazón para entender las Escrituras. No sabían que el Siervo de Yahveh debía padecer muchos, ser rechazado. Isaías había dicho esto. La gente vio a Jesús lleno de sufrimientos y pensaron que era un castigo de Dios por sus pecados pero se dejan iluminar por Dios y ven que no tenía pecados sino que era el Siervo que llevaba los pecados de los hombres pero Dios le puso junto a los pecadores y le dio descendencia, es decir, su vida fue salvación para todos.
 
Así van caminando y aquellos discípulos sienten que su corazón empieza a entender este misterio y arde en la luz, en el amor, en la verdad. La alegría empieza a inundarlos y por eso le piden a Jesús que se quede con ellos. Quédate con nosotros que ya es tarde y Jesús aceptó. También nosotros debemos pedir a Jesús que se quede con nosotros, que no nos abandone. Que Él es la luz, la Vedad, el Camino. Jesús los había probado y ahora se queda en Emaús para sentarse a la mesa con ellos. Les había dado una palabra de salvación en el camino, es la palabra que nos da a nosotros en la misa cuando nos habla de Él y si estamos atentos, veremos que arderá nuestro corazón en la luz y la verdad de Jesús.
 
Jesús coge el pan, da gracias a Dios, lo reparte, y lo parte y se dan cuenta que los dos discípulos que era Jesús que estaba con ellos celebrando la Pascua, el amor. Reciben a Jesús en la eucaristía. Siempre Jesús se hace presente a nuestra vida y lo reconocemos en su Palabra, al partir el Pan en la Eucaristía y nuestra vida se transforma en otra. El domingo tiene un tiempo para que la asamblea se reúne, se escucha la Palabra, se recibe a Jesús y somos criaturas nuevas donde lo viejo ha pasado y todo es nuevo.
 
P. Vicente Pérez.

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