DOMINGO DE RAMOS
Reflexión. Domingo de Ramos.
La iglesia nos ha llamado a acompañar a Jesús en la cuaresma y este año nos ha dado esos virus para que nosotros podamos convertirnos y acoger a Jesús como nuestro Redentor.
Jesús se reúne en Betania para realizar una peregrinación a Jerusalén. Quiere entrar en la ciudad del Gran Dios para proclamar allí el Señorío de Él. Nosotros estamos llamados a acompañarle con una actitud interior como una fiesta. Por eso de nosotros debe salir el cántico.
¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! ¡Hosanna en el cielo! ¡Sálvanos!
Debemos acompañar a Jesús con signos de fe para reconocer a Jesús como el Salvador de todos. Por eso vamos a pedir al Señor el don de la fe para todos los que buscan al Señor. Alzamos hoy los ramos como signo de acogida. Vamos a escuchar el evangelio de esta procesión.
Lectura del Evangelio según san Mateo 21, 1-11.
Entonces Jesús envió a dos discípulos 2 diciéndoles:
—Vayan al pueblo de enfrente y enseguida encontrarán una burra atada y su cría. Desátenla y tráiganla. 3 Si alguien les dice algo, ustedes le dirán que el Señor las necesita. Y enseguida las devolverá.
4 Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el profeta:
5 Digan a la ciudad de Sión:
mira a tu rey que está llegando:
humilde, cabalgando una burra
y un burrito, hijo de asna.
7 Le llevaron la burra. Echaron los mantos sobre ellos y el Señor se montó. 8 Una gran muchedumbre alfombraba con sus mantos el camino. Otros cortaban ramas de árbol y cubrían con ellas el camino. 9 La multitud, delante y detrás de él, aclamaba:
— ¡Hosanna al Hijo de David!
Bendito el que viene
en nombre del Señor.
¡Hosanna en las alturas! Que significa: ¡Sálvanos, Señor!
10 Cuando entró en Jerusalén, toda la población conmovida preguntaba:
— ¿Quién es éste?
¿Quién es este? Jesús pero qué significa en mi vida? Jesús viene a nosotros. Quiere entrar en nuestro corazón, en nuestra familia, en nuestra sociedad. Quiere que lo aclamemos y lo acojamos, que nadie lo rechace. Viene a traer nuestra salvación. Por eso le decimos: ¡Sálvanos, Señor! Sálvanos de nuestros egoísmos, de nuestros odios, de nuestras enemistades, de nuestras angustias, tristezas, sálvanos de nuestros dolores y enfermedades. ¡Viva al Hijo de David! Por eso le cantamos con el salmo 46 ¡Aplaudan, todos los pueblos, aclamen a Dios con gritos de alegría!
7 Canten para Dios, canten, canten para nuestro rey, canten, 8 porque es rey de toda la tierra: canten para Dios con maestría.
Terminada la procesión comienza la segunda parte de la Eucaristía del Domingo. La Iglesia nos invita a acoger a Cristo que va a ser crucificado por nosotros.
Escuchemos la pasión del Señor según san Mateo 26, 14—27, 66.
Todos pueden leer en su Biblia la pasión del Señor. Les mostraré sólo algunos textos.
26 38 Les dijo:
—Siento una tristeza de muerte; quédense aquí, y permanezcan despiertos conmigo.
39 Se adelantó un poco y, postrado su rostro en tierra, oró así:
—Padre, si es posible, que se aparte de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
40 Volvió a donde estaban los discípulos. Los encontró dormidos y dijo a Pedro:
— ¿Será posible que no han sido capaces de estar despiertos una hora conmigo? 41 Estén atentos y oren para no caer en la tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.
42 Por segunda vez se alejó a orar:
—Padre, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.
43 Volvió de nuevo y los encontró dormidos, porque tenían mucho sueño. 44 Los dejó y se apartó por tercera vez repitiendo la misma oración. 45 Después se acercó a los discípulos y les dijo:
— ¡Todavía dormidos y descansando! Está próxima la hora en que el Hijo del Hombre será entregado en poder de los pecadores. 46 Levántense, vamos; ¡miren! Se acerca el que me entrega.
Los sufrimientos de Jesús no son solamente los golpes sino la soledad de quien se siente rechazado, humillado, traicionado por uno de los suyos. Es Jesús que se refugia en su Padre del cielo. No se haga lo que yo quiero. Esa voluntad identificada con la voluntad del Padre, nos salva a todos.
62 El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
— ¿No respondes a lo que éstos declaran contra ti?
63a Pero Jesús seguía callado.
63b El sumo sacerdote le dijo:
—Por el Dios vivo te conjuro para que nos digas si eres el Mesías, el Hijo de Dios.
64 Jesús le respondió:
—Tú lo has dicho. Y añado que desde ahora verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y llegando en las nubes del cielo.
65 Entonces el sumo sacerdote, rasgándose sus vestiduras, dijo:
— ¡Ha blasfemado!
67Entonces le escupieron al rostro, le dieron bofetadas y lo golpeaban 68diciendo:
—Mesías, adivina quién te ha pegado.
Jesús había dicho: Si alguno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra. Así lo hace Jesús, disponible a las humillaciones para que nosotros aprendamos a responder al insulto y otras dolencias haciendo el bien.
27 16 Tenía entonces un preso famoso llamado [Jesús] Barrabás. 17 Cuando estaban reunidos, les preguntó Pilato:
— ¿A quién quieren que les suelte? ¿A Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías? 18 Ya que le constaba que lo habían entregado por envidia.
20 Mientras tanto los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud para que pidieran la libertad de Barrabás y la condena de Jesús.
21 El gobernador tomó la palabra:
— ¿A cuál de los dos quieren que les suelte?
Contestaron:
—A Barrabás.
22 Respondió Pilato:
— ¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?
Contestaron todos:
—Crucifícalo
25 El pueblo respondió:
—Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
26 Entonces les soltó a Barrabás, y a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.
La pregunta de Pilato es también para nosotros y muchas veces nosotros escogemos a Barrabas como aquel que nos lleva por el camino de la violencia, de la fuerza. Rechazamos a Jesús que es la mansedumbre, el amor.
28 Lo desnudaron, lo envolvieron en un manto escarlata, 29trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y pusieron una caña en su mano derecha. Después, burlándose, se arrodillaban ante él y decían:
— ¡Salud, rey de los judíos!
Le escupían, le quitaban la caña y le pegaban con ella en la cabeza. 31 Terminada la burla, le quitaron el manto y lo vistieron con su ropa. Después lo sacaron para crucificarlo.
37Encima de la cabeza pusieron un letrero con la causa de la condena: Éste es Jesús, rey de los judíos.
Con él estaban crucificados dos asaltantes, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Viene una apuesta para ver quien insultaba más a Jesús. Está uno de los ladrones. Están los que pasan por allí. Los sumos sacerdotes con los letrados. Parece que todos nos ponemos de acuerdo para rechazar en nuestras vidas a Jesús y así nos parece que somos más importantes. ¡Cuánta gente insulta a Jesús, lo rechaza! Nos hemos desapegado de Jesús y de su iglesia y nos gloriamos de ello. Profanamos las iglesias, el sagrario, nos desnudamos para decir que el mundo ha cambiado.
Los que pasaban lo insultaban moviendo la cabeza y diciendo:
—El que derriba el santuario y lo reconstruye en tres días que se salve; si es Hijo de Dios, que baje de la cruz.
A su vez, los sumos sacerdotes con los letrados y los ancianos se burlaban diciendo:
—Salvó a otros, y no puede salvarse a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él.
Ha confiado en Dios: que lo libre ahora si es que lo ama. Pues ha dicho que es Hijo de Dios.
También los asaltantes crucificados con él lo insultaban.
A partir de mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde. A media tarde Jesús gritó con voz potente:
—Elí Elí lema sabactani, o sea: Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban:
—Está llamando a Elías.
Enseguida uno de ellos corrió, tomó una esponja empapada en vinagre y con una caña le dio a beber.
Los demás dijeron:
—Espera, a ver si viene Elías a salvarlo.
Jesús, lanzando un nuevo grito, entregó su espíritu.
Me amó y se entregó por mi hasta la muerte y muerte de Cruz. Rechazamos a Jesús y Jesús nos manifiesta el amor hasta el infinito. Jesús nos ama aunque nosotros no lo amemos. Contemplemos a Jesús que nos da hasta la última gota de su Sangre. Contemplemos a su Madre, María que lo acoge en sus brazos amorosos y os lo presenta a nosotros, ofreciéndolo como un sigo de amor. El Hijo y la madre juntos se nos entregan a nosotros. Digamos nuevamente:
¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! ¡Hosanna en el cielo! ¡Sálvanos!
P. Vicente Pérez.
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