JESÚS ES LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA


Reflexión. Quinto Domingo de Cuaresma
 
Dios nos ha puesto estos acontecimientos para que nos demos cuenta de lo que hay en nosotros y nos convirtamos a Dios. Veamos lo que nos dice el profeta Isaías 26,20-21.
 
20 Anda, Pueblo mío,
entra en tus aposentos y cierra la puerta por dentro;
escóndete un breve instante mientras pasa la cólera.
21 Porque el Señor va a salir de su morada
para castigar la culpa de los habitantes de la tierra:
la tierra descubrirá la sangre derramada
y ya no ocultará a los asesinados en ella. 
 
Hemos venido proclamando las lecturas del domingo. Jesús nos ofrece el agua viva, es decir, el Espíritu Santo. Somos conscientes de que somos ciegos pero Jesús nos pone barro en los ojos, es decir nos hace ver nuestros pecados pero en el agua de Siloé, es decir en el bautismo hemos empezado a ver el amor de Dios y creer en Jesús.
 
Hoy Jesús se nos presenta como la resurrección y la vida y como signo nos presenta a Lázaro Que se enferma  pero no con una enfermedad de muerte sino de vida. Lázaro somos nosotros que estamos muertos en nuestros pecados y Jesús se nos hace presente para levantarnos y caminar si creemos en Él.
 
Proclamación del Evangelio según san Juan, 11, 14.
 
14 Entonces Jesús les dijo abiertamente:
—Lázaro ha muerto. 15 Y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Vayamos a verlo.
16 Tomás –que significa mellizo– dijo a los demás discípulos:
—Vamos también nosotros a morir con él.
17 Cuando Jesús llegó, encontró que llevaba cuatro días en el sepulcro.
20 Cuando Marta oyó que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. 
 
Jesús está caminando hacia Jerusalén donde va a ser entregado en manos de los pecadores. Mientras tanto las hermanas de Lázaro, Marta y María le manda a decir: Señor, Aquel a quien tú amas, está enfermo. Una oración sencilla y Le da un tono: al que tú amas. Jesús es aquel a quien nosotros estamos llamados a amar porque Él nos amó primero. Sin embargo Jesús se queda donde estaba porque esa enfermedad no es de muerte sino para que Dios sea glorificado en ella. Nosotros estamos llamados a actuar para poner a Dios como centro de todo, glorificándolo.
 
Jesús sigue hacia Betania para ver a Lázaro que no está ya dormido sino ha muerto pero esa muerte glorifica a Dios En primer lugar va a hacerlo con los discípulos que al ver la resurrección de Lázaro van a creer en Jesús y esto les llevará a ser sus testigos por el mundo. La muerte se convierte en vida y salvación de todos.
 
21 Marta dijo a Jesús:
—Si hubieras estado aquí, Señor, mi hermano no habría muerto.
22 Pero yo sé que lo que pidas, Dios te lo concederá.
23 Le dice Jesús:
—Tu hermano resucitará.
24 Le dice Marta:
—Sé que resucitará en la resurrección del último día.
25 Jesús le contestó:
—Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y 26 quien vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Lo crees?
27 Le contestó:
—Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.
28 Dicho esto, se fue, llamó en privado a su hermana María y le dijo:
—El Maestro está aquí y te llama.
32 Cuando María llegó a donde estaba Jesús, al verlo, cayó a sus pies y le dijo:
—Si hubieras estado aquí, Señor, mi hermano no habría muerto. 
 
En las cercanías de Betania llega Marta que le reclama a Jesús por no haber estado aquí, en Betania, desde que lo llamaron. Jesús, sin embargo, le aclara que su hermano resucitará. Jesús es la resurrección y la vida. Quien cree en Jesús, aunque muera con muerte natural, vivirá, no morirá para siempre sino que tendrá vida eterna.
 
Marta entonces hace una profesión de fe: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tiene que venir al mundo. Tres títulos para demostrar su fe. El Ungido de Dios como Mesías, el Hijo eterno de Dios, el profeta que debía venir al mundo. Jesús le da también una luz y a nosotros: Lo importante es creer en Jesús y si físicamente uno muere, sabe que Jesús le dará la vida eterna, que no acaba. Si creemos también nosotros tendremos la vida eterna y esto nos debe llevar a no dudar de Jesús. Llega después a Betania y María, la otra hermana le repite a Jesús lo que le había dicha Marta. Jesús quiere conocer la fe de ellas y la nuestra.
 
33 Jesús al ver llorar a María y también a los judíos que la acompañaban, se estremeció por dentro 34 y dijo muy conmovido:
— ¿Dónde lo han puesto?
Le dicen:
—Ven, Señor, y lo verás.
35 Jesús se echó a llorar.
36 Los judíos comentaban:
— ¡Cómo lo quería!
37 Pero algunos decían:
—El que abrió los ojos al ciego, ¿no pudo impedir que éste muriera?
38 Jesús, estremeciéndose de nuevo, se dirigió al sepulcro. Era una caverna con una piedra adelante.
39 Jesús dice:
—Retiren la piedra.
Le dice Marta, la hermana del difunto:
—Señor, huele mal, ya lleva cuatro días muertos.
40 Le contesta Jesús:
— ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?
41 Retiraron la piedra.
Jesús alzó la vista al cielo y dijo:
—Te doy gracias, Padre, porque me has escuchado. 42 Yo sé que siempre me escuchas, pero lo he dicho por la gente que me rodea, para que crean que tú me enviaste.
43 Dicho esto, gritó con fuerte voz:
—Lázaro, sal afuera.
44 Salió el muerto con los pies y las manos sujetos con vendas y el rostro envuelto en un sudario.
Jesús les dijo:
—Desátenlo para que pueda caminar. 
 
Al ver Jesús a María llorando, también Él se conmueve, solidarizándose con el dolor, y no con la desesperación. Se turbó, derrama lágrimas y sigue gimiendo. Es hombre como nosotros y siente el dolor del amigo y hermano. Jesús se acerca al sepulcro donde Lázaro estaba ya enterrado. Manda quitar la piedra aunque el cuerpo huela pues lleva ya cuatro días enterrado. Jesús reza al Padre no tanto para que sea resucitado pues Jesús tiene el poder sino para que la gente que está allí, crea que Jesús es el salvador y siga a Jesús. Lo importante no es el milagro sino que el milagro nos lleve a creer en Jesús y no dudar de Él. Esa fe nos dará vida eterna dentro de nosotros. Jesús grita: Lázaro, ¡sal fuera! Lázaro sale con las piernas atadas y por eso Jesús les manda que la desaten para que pueda andar. El evangelista nos dice que muchos de los que estaban allí creyeron en Jesús.
 
P. Vicente Pérez.

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