El amor al enemigo
Reflexión. Séptimo domingo del Tiempo Ordinario.
Dicen ustedes: ¿Tienen enemigos?¿Quién habrá en el mundo sin enemigos? ¡Mirad por vosotros amándoles a ellos! Porque no te hará el más fiero enemigo tanto daño como tú a ti si no amas al enemigo. Vamos a escuchar una palabra del Señor.
Libro del Levítico 19, 1-2. 17-18
1 El Señor habló a Moisés:
2 –Di a toda la comunidad de los israelitas:
»Sean santos, porque yo, el Señor, su Dios, soy santo.
17 »No guardarás odio a tu hermano. Reprenderás abiertamente al prójimo y no cargarás con pecado por su causa. 18»No serás vengativo ni guardarás rencor a tu propia gente. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
Salmo Responsorial.-102. 1-2. 3-4. 8y 10. 12-13
El Señor es compasivo y misericordioso
1 Bendice, alma mía, al Señor,
y mi ser a su santo Nombre;
2 bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso
3 Él, que perdona todas tus culpas,
y sana todas tus enfermedades,
4 que rescata tu vida de la fosa
y te corona de amor y de ternura
El Señor es compasivo y misericordioso
8El Señor es compasivo y clemente,
lento a la ira, rico en amor.
10 No nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
El Señor es compasivo y misericordioso
12 Como dista la aurora del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
13 Como un padre se enternece con sus hijos,
así se enternece el Señor con sus fieles.
El Señor es compasivo y misericordioso
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios 3, 16-23
16 ¿No saben que son santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? 17 Si alguien destruye el santuario de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el santuario de Dios, que son ustedes, es sagrado.
18 Que nadie se engañe: si uno se considera sabio en las cosas de este mundo, vuélvase loco para llegar a sabio; 19 porque la sabiduría de este mundo es locura para Dios, como está escrito: Él sorprende a los sabios con su misma astucia, 20 y también: El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos.
21 En consecuencia que nadie se gloríe de los hombres. Todo es de ustedes: 22 Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida y la muerte, el presente y el futuro. Todo es de ustedes, 23 ustedes son de Cristo, Cristo es de Dios.
Proclamación del Evangelio según san Mateo 5, 38-48.
38 Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. 39 Pues yo les digo que no opongan resistencia al que les hace el mal. Antes bien, si uno te da una bofetada en [tu] mejilla derecha, ofrécele también la otra. 40 Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica déjale también el manto. 41 Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil. 42 Da a quien te pide y al que te solicite dinero prestado no lo esquives.
Ya el libro del Levítico nos indicaba el camino de la salvación. Sean santos mirando a Dios que es Santo pero al mismo tiempo nos indicaba de no guardar rencor hacia nadie ni venganza y esto lo debemos hacer mirando al Dios del amor y la unidad.
En el evangelio continuamos las antítesis como algo que supera el camino de la alianza y nos pone en otra perspectiva. Cuando nos dice que los antiguos actuaban poniendo ojo por ojo, qué quería decirnos. Ante el daño que te ha causado tu prójimo, puedes resarcirte con otro daño pero no mayor sino de iguales condiciones.
Jesús va más allá y nos dice que no hagamos frente a los que nos han hecho el mal y nos presenta cuatro casos que Jesús vivió. Si alguien te golpea en la mejilla, preséntale la otra. Esto significa que si alguien te ha humillado, insultado, estate dispuesto a ser humillado e insultado. Jesús en la pasión fue escupido, abofeteado, se burlaron de él como Herodes, los soldados y jefes del pueblo que se reían de él estando en la cruz imposibilitado y Jesús callaba y cuando tuvo una palabra fue el perdón: Padre, no les tengas en cuenta su pecado. Jesús tenía el don del Espíritu y nosotros como cristianos hemos recibido al Espíritu santo en el bautismo, en la confirmación, recibimos a Jesús en la comunión para ser como Él, para devolver bien por mal. Romanos 12, 17-21).
Sufrimos otros males. Los judíos se vestían con un manto que se ponían encima del cuerpo y les servía para cobijarse de noche y defenderse del sol durante la jornada y por debajo llevaban una túnica. Si alguien le quitaba la túnica y le exigían por la fuerza el manto, cometía una gran injusticia porque te dejaba desnudo y a merced del frio de la noche.
Jesús nos dice que si alguien te viene y te roba la túnica, dale también el manto. Esto nos indica las graves injusticias que sufrimos hoy y si somos cristianos estábamos llamados a sufrirlas. Podemos reclamar pero con dignidad y no con violencia ni odio. Es el caso de aquel trabajador que no hizo paro en el trabajo del dueño sino que se fue a trabajar y todos creían que apoyaba al dueño y cuando fueron a hablar con él, les dijo que se quedaba para decir la verdad al patrón de su sinvergüencería y que debía dar lo justo a los trabajadores. No podía el gastar lo que correspondía a los empleados por su trabajo. Esto le hizo reflexionar y arreglaron con justicia y amor. El mundo necesita mirar a Jesús y resolver los problemas guiados por el amor y el perdón. ¡Nunca usemos la violencia para resolver nuestros problemas!
¡Cuántos abusos reciben las personas! Jesús nos dice si alguien te obliga a caminar una milla (Kilómetro y medio), camina dos. Esto transciende los límites de la justicia pero se puede llevar si nos dejamos iluminar por el Espíritu santo. Estamos llamados a practicar la justicia pero por encima la misericordia y el perdón como Dios Padre que hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos y pecadores. Podemos vivir este programa de amor solo cuando hemos experimentado el don del Espíritu Santo.
Jesús nos dice que demos a los que nos piden. Es el tema de la limosna que sale al encuentro del pobre que no tiene donde reclinar su cabeza como Jesús. Esa limosna te hace llenar de amor y perdona tus pecados, nos libra de la muerte eterna. Esa limosna te hace más bien a ti que no al que la recibe. Da sin esperar que te den gracias sino dejando que Dios te vea y te premie.
43 Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. 44 Pues yo les digo: Amen a sus enemigos, oren por sus perseguidores. 45 Así serán hijos de su Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. 46 Si ustedes aman sólo a quienes los aman, ¿qué premio merecen? También hacen lo mismo los recaudadores de impuestos. 47 Si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? También hacen lo mismo los paganos.
48 Por tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo.
Todos a veces experimentamos la incomprensión, el odio, incluso dentro de nuestros familiares. Jesús tuvo que experimentar la traición de Judas, aquel que ponía su mano junto a Jesús en la mesa de la comida y Jesús le lavó los pies en la última cena. Él amó hasta el extremo y se dejó besar en el momento de la traición. Por eso nos dice que perdonemos todo, viviendo en el amor.
Todos tenemos enemigos y todos podemos superar ese rencor amándolos. El amor mata el odio. Conservando el rencor, nos destruimos a nosotros mismos y crecernos en el resentimiento todos los días. Por eso san Agustín nos dice que podemos matar al enemigo amándolo como han hecho los santos. Ya no tendremos enemigos sino que se habrán transformado en amigos. Y si nosotros sentimos la dificultad de perdonar y amar al que nos ha hecho un grave daño, tengamos presente que Dios nos manda perdonar y si lo hace es porque está dispuesto a darnos la gracia de perdonar porque no somos nosotros los que perdonarnos sino el mismo Dios que segunda nuestra naturaleza y nos lleva doblar, perdonar. Por eso nos llama a todos nosotros a examinar nuestra vida y si encontramos alguien con quien no nos relacionamos, no dejemos de rezar por él, con sinceridad y amor y sentiremos la gracia de Jesucristo que nos ha perdonado a nosotros y nos llama a perdonar al que nos ha agraviado. Estamos llamados a vivir en el amor y la fuerza de Dios nos dará ese don. No esperemos a perdonar para después. Hoy si oís su voz no endurezcáis el corazón, dice el salmo.
P. Vicente Pérez.
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