LA MISERICORDIA DE DIOS
Reflexión al vigésimo cuarto Domingo del Tiempo Ordinario.
Todos nos equivocamos al hacer las cosas pero más aún, en juzgar a nuestro hermano y condenarlo. Jesús ha venido a salvar a los pecadores y se sentía rodeado de publicanos, es decir de personas que explotaban a la gente y se enriquecían a base de ellos. También los publicaos escuchan y esas actitudes los disponía a abrir su corazón a la fe. Jesús ha venido para los que están enfermos que son los que tienen necesidad de médico.
Pero Jesús era criticado por ello porque para los fariseos no se podía estar con los pecadores, menos aún, comer con ellos y hacer otras actividades. Eran pecados contra la ley.
Las lecturas de este domingo son: Éxodo 32, 711, 13-14.- Salmo responsorial 50, 3-4, 12-13, 17 y 19. I Timoteo 1, 12-17.- Lucas 15, 1-32.
¿Qué piensa Dios y por lo mismo Jesús? Es suya la oveja perdida, alejada de Dios, quizás no se siente amada quizás se había pedido por ignorancia. El dueño ha perdido la oveja y va a buscarla donde sea hasta que la encuentra y se la carga sobre sus hombros y la lleva al corral con las otras ovejas.
Hay pecadores que se apartan de Dios por ignorancia, quizás porque otros les han engañado y los han puesto en las malas compañías y se han perdido pero están abiertos a que Dios venga otra vez a tocar el corazón y dejarse acariciar por Dios. Jesús, que es el buen pastor, cuando la encuentra la acaricia, le da su amor. Jesús dice que el enfermo tiene necesidad de curación, el pecador de perdón y el pecador acepta este pendón y se deja llevar por los hombros amorosos de Jesús, se deja perdonar y siente la alegría de Dios que le ha puesto nuevamente entre las demás ovejas, es decir, los miembros de la Iglesia y siente la alegría de estar con Jesús.
Si te has alejado de Dios por las razones que sean, Dios viene a buscarte. Déjate cargar en los hombros crucificados por ti y sentirás el calor del perdón de Dios. Ese tiempo da la razón a Dios y puedes empezar nuevamente la vida de Dios. Ten presente lo que dice san Pablo que también se dejó coger por Jesús, ser perdonado porque creyó en la confianza de Jesús que el perdonaba. Ahora la riqueza de Pablo es Jesús y el pecado es una basura. En el sacramento del perdón encontrarás a Jesús que te absuelve de tus pecados por medio del sacerdote.
Jeremías 3, 2 Ve y proclama este mensaje hacia el norte: Vuelve, Israel, apóstata que no te pondré mala cara, porque soy leal y no guardo rencor eterno –oráculo del Señor–. 13 Pero reconoce tu culpa, porque te rebelaste contra el Señor, tu Dios: entregaste tu amor a extraños bajo todo árbol frondoso y me desobedeciste –oráculo del Señor–. 14 Vuelvan, hijos apóstatas –
I Timoteo 1,12 Doy gracias a Cristo Jesús Señor nuestro, quien me fortaleció, se fio de mí y me tomó a su servicio a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores; 13 Él tuvo compasión de mí porque yo lo hacía por ignorancia y falta de fe. 14 Y así nuestro Señor derramó abundantemente su gracia sobre mí y me dio la fe y el amor de Cristo Jesús.
I Juan 3, 16 Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en él no muera, sino tenga vida eterna. 17 Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él.
Si hemos sido infieles a Dios, ahí está el corazón de Jesús que te ama y te acoge.
Otra mujer ha perdido una moneda de gran valor y busca en todos los rincones de la casa hasta encontrarla y se llena de alegría y lo vocifera pues es una alegría grande pues ha encontrado al pecador que ha regresado a casa. Dios se alegra cuando te encuentra y te pones en sus manos. El perdón causa gran alegría a Dios y al pecador.
El tercer caso es el hijo del pequeño hacendado que ha pedido la parte de la hacienda que le correspondía como herencia para marcharse lejos, sin tener que dar cuenta a nadie de sus actos. Se ha ido fuera de su tierra santa que Dios los había dado a los israelitas y ahora estaba en otra tierra donde no se conocía a Dios. Ha malgastarse la fortuna y quedarse sin nada. Ha perdido a Dios y los bienes de su padre. Ahora tiene que dedicarse al cuidado de los chanchos que eran animales impuros siempre para los judíos y además debe vivir sin comida, con algarrobas, sin Dios. Se ha ido lejos del padre, lejos de Dios, en soledad, en el hambre. Se ha buscado todas las calamidades pero al mismo tiempo el pecado le ha hecho ir hacia dentro de su corazón y allí ha encontrado el amor del padre que le da confianza y está seguro de su amor y se decide a regresar. El padre no le ha quitado su cariño, seguía amándole y todos los días salía al camino a ver si regresaba. Un día lo vio de lejos y se llenó de alegría y el viejo corría a ver a su hijo y abrazarlo. No necesitaba escuchar ninguna excusa. Le bastaba ver, tocar, oír su voz y todo estaba perdonado pero al mismo tiempo sentía una pena por la situación en que se encontraba: sin ropa, sandalias, desfigurado pero lo abraza y le hace traer el vestido, el zapato, el anillo. Todo está borrado. ¿Una madre puede olvidar al hijo de sus entrañas? Isaías 49, 14–Decía Sión: Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado. 15 – ¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pero, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré. 16 Mira, en mis palmas te llevo tatuada, tus muros están siempre ante mí;
Dios es el Padre que nos espera, que está dispuesto a perdonar y rehacer otra vida. No nos juzga. No le tengamos miedo. Solo confiemos en él. Dios hace fiesta cuando nos arrepentimos de nuestros pecados porque hemos vivido como muertos y hemos resucitado. El perdón es resurrección.
Jeremías 31, 19 si me alejé, después me arrepentí, y al comprenderlo me di golpes de pecho; me sentía confundido y avergonzado de soportar el pecado de mi juventud. 20 ¡Si es mi hijo querido Efraín, mi niño, mi encanto! Cada vez que lo reprendo me acuerdo de él, se me conmueven las entrañas y cedo a la compasión –oráculo del Señor–.
El Hijo Mayor que estaba en el campo cuidándolo, llega a la casa y se encuentra con la bulla de la fiesta. Pregunta y le dicen que ha vuelto su hermano. No se alegra. Rechaza a su padre que ha hecho esto y reclama que nunca le dieron una fiesta a él.
Pero el Padre le dice que todo lo mío es suyo, que él ha estado siempre con su padre y había que alegrarse. Dios se alegra por cada uno de los pecadores que se arrepienten sinceramente y Dios hace fiesta por cada uno de nosotros que nos arrepentimos. Hemos pecado contra Dios y Dos perdona siempre. Hemos pecado contra los hermanos y debemos perdonarnos siempre. Así se cumple lo que dice san Pablo que Dios nos ha reconciliado con Él y con los hermanos. II Corintios 6, 17 Si uno es cristiano, es una criatura nueva. Lo antiguo pasó, ha llegado lo nuevo. 18 Y todo es obra de Dios, que nos reconcilió con él por medio de Cristo y nos encomendó el ministerio de la reconciliación. 19 Es decir, Dios estaba, por medio de Cristo, reconciliando el mundo consigo, sin tener en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos el mensaje de la reconciliación. 20 Somos embajadores de Cristo y es como si Dios hablase por nosotros. Por Cristo les suplicamos: Déjense reconciliar con Dios. 21 A aquel que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros como un pecador, para que nosotros, por su medio, fuéramos inocentes ante Dios.
P. Vicente Pérez.
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