EL BAUTISMO DE FUEGO


Reflexión. Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario. 
 
En la lectura del evangelio de Lucas 12, 49-53 Jesús continúa su ministerio  de evangelización. Jesús ve a las multitudes sin experiencia de Dios. El pecado los ha dominado. Han  roto la alianza con Dios. Aparece Juan Batista en el desierto, llamando a la conversión y anuncia que viene alguien detrás de él que bautizará con fuego. Mateo 3 11 Yo los bautizo con agua en señal de arrepentimiento; pero detrás de mí viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno de quitarle sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego. Jesús nos anuncia que ha venido a poner fuego sobre la tierra. Andaba de pueblo en pueblo anunciando el evangelio, no dormía por ayudar a la gente para que conozcan a su Padre, se sacrificó hasta la muerte en Cruz para salvar a todos los hombres. Así Jesús ponía fuego y lo sigue poniendo.
 
Jesús mandará ese fuego el día de Pentecostés cuando mande al Espíritu santo sobre sus discípulos reunidos en el cenáculo y aquellas personas se ponen en pie y empiezan a anunciar a todos la salvación de Jesús y el amor de Jesús, la fuerza de su Palabra bajan sobre las multitudes y mucha gente se convierte. Se bautizan unas tres mil personas. Ese fuego es fruto del bautismo que Él ha recibido muriendo en la cruz por nosotros. Por eso Él deseaba ser bautizado, ser crucificado porque de su Cuerpo inmolado saldría el amor a toda la humanidad y la transformaría.
 
Hoy también Jesús quiere mandarnos fuego de amor a  todos y es necesario que nosotros sepamos recibirlo para que nos transforme en cristianos auténticos que den la cara por Jesucristo, que se aparten del pecado y de las malas amistades. Hoy necesitamos cristianos que lleven en su corazón el amor de Jesús y sean capaces de ir a cualquier lugar a llevar el evangelio de Jesús. Para tener este fuego es necesario orar, recibir los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, sacrificar nuestros caprichos y Dios pondrá el fuego en nuestras palabras y acciones como hizo con los santos. Se nos cuenta en la vida de san Francisco Javier que no podía estar tranquilo sin anunciar a Jesús. El pasaba largas horas con Jesús en el sagrario y sentía el deseo de amar a Jesús. ¡Cuántos Santos, fruto de su contacto con Jesús, han evangelizado y han dado la vida por Jesús!
 
Jesús es signo de contradicción y quien quiera entregarse para vivir como discípulo de Jesús, encontrará obstáculos. Se nos cuenta que santa Perpetua se hizo cristiana pero aún no se había bautizado. Había dado a luz un hijo. Su padre era un senador romano y para él ser cristiano significaba un desprestigio y fue corriendo donde ella para tratar de convencerla de dejar esa religión pero ella tenía la experiencia de Jesús y nadie la podía separar. Le tocan por el lado flaco que era quien cuidaría su hijo recién nacido y ella, iluminada por Dios, lo deja en las manos de él y así no tiene miedo de enfrentarse a su padre todopoderoso y después a las fieras que la destrozarían y la matarían pero dio la cara por Jesucristo.
 
Hoy también se notan muchas contrariedades dentro de la familia y tratan de convencer al hijo o hija para que no se entregue al servicio del Señor. ¿Quién les mantendrá, como van a vivir? Muchas objeciones y solo quien ha hecho la experiencia de Jesús, no lo abandona aunque se rían de ellos. Les ponen delante el bienestar que tendrán estando en el mundo, los honores, triunfos con tal de apartarlos de Jesús. Otras veces los apartan atrayendo a los vicios, pecados, sexos, drogas, amistades malas pero debemos ser fieles a Jesús. Todo lo tengo como basura con tal de ganar a Cristo, decía san Pablo.
 
En el libro de Jeremías 38, 4-6, -10 se nos presenta a este profeta que se agarra a Dios aunque tenga que sufrir terribles tormentos porque lo tiran a un pozo seco y sin darles ni comida ni bebida pero en el pozo se hace presente Dios y confía en él hasta que Dios toca el corazón del rey de Israel y manda sacarlo del pozo pero el sigue siendo fiel a la misión que Dios le ha dado: ser fiel a la alianza.
 
En la segunda lectura de Hebreos 12, 1-4 el profeta presenta que estamos frente a una nube de testigos que irán con es nuestro compromiso ante Dios. Estos testigos ya han dado la cara por Jesús como veíamos el Domingo pasado con Abraham, Sara y otros muchos y hoy se necesitan tantos testigos que no se avergüencen de Jesús. Tengamos presente a Jesús que empezó el camino de nuestra fe y quiere llevar esta fe hasta que demos razón de ella ante el mundo y no tengamos alguien se burla de nosotros. No tengáis miedo a la ignominia. Miremos a Jesús que soportó tantas contradicciones a lo largo de su vida culminando en la cruz. Todavía no han resistido al demonio a que les llevase a la muerte en Cruz. No llevemos solamente la cruz encima del pecho como lujo sino en la vida diaria de cada día.
 
P. Vicente Pérez.

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