Nueva Alianza. Pentecostés.
Reflexión. Pentecostés, Solemnidad.
En este domingo escucharemos Hechos 2,1-11 en que experimentaremos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
Responderemos con el salmo 103,1, 24.- 29-30, 31-23 en que invocaremos al Espíritu Santo.
En la segunda lectura de san Pablo a los Corintios 12, 3-7, 12-13. Nace la Iglesia con sus dones y carismas por el Espíritu Santo.
Invocaremos la secuencia del Espíritu Santo sobre toda la Iglesia.
Por último leeremos el evangelio de san Juan 20, 19-23 en que Jesús resucitado nos da al Espíritu santo.
Hemos celebrado durante 50 días el misterio de la pascua de Jesús. Hoy nos toca celebrar su culminación con el envío del Espíritu Santo a nuestros corazones, a la Iglesia de Jesús que somos nosotros.
Cristo venció la muerte, venció el pecado, resucitó y está sentado a la Derecha del Padre. Ahora Jesús desde el cielo nos envía la Espíritu santo para estar con nosotros como nuestro abogado.
En el mundo agrícola de Palestina la pascua empezaba con la recolección de los primeros granos y cincuenta días después se terminaba esta recolección. En la Pascua se dejaba de comer el maná para comer el pan ácimo, dando gracias a Dios y terminaba en Pentecostés. En la pascua empezó a celebrarse el misterio de la Alianza que se hizo en el monte Sinaí donde a través de Moisés, recibimos las tablas de la Ley; ahora se renueva en Pentecostés esta Alianza pero no ya una alianza en piedras sino en el Espíritu. Había profetizado Jeremías que llegarían días en que Dios nos mandaría su Espíritu para hacer con nosotros esta alianza nueva y eterna. Esta Alianza se realiza en Jesucristo en la Cruz que nos da su Espíritu.
Jesús sube al cielo y manda a sus apóstoles que esperen en Jerusalén la llegada del Espíritu santo en una actitud de oración. Así lo hicieron ellos con María la Virgen.
Nos dicen los Hechos de los apóstoles que estaban todos juntos, reunidos como una sola cosa cuando llegó el Espíritu Santo bajo forma de fuego que cayó sobre todos y cada uno de ellos. Todos quedaron llenos de este Espíritu y transformados internamente. La alegría los invadió a todos.
Hoy estamos reunidos todos en oración. ¡Ojalá que sea así! También el Espíritu Santo viene a nosotros, pobres pecadores para llenarnos de Él y de su alegría, sentirnos la Iglesia unida de Jesús que da testimonio de él. No es una fiesta folclórica sino un encuentro con el Espíritu en nuestro interior, por el que nos dejamos transformar. Nosotros debemos preguntarnos hoy: ¿Qué me dice el Espíritu a mi vida con sus dificultades y problemas? ¿Qué debo hacer en mi vida ordinaria, qué debo hacer en mi matrimonio, que debo hacer en mis relaciones con los demás?
El Espíritu santo viene en forma de fuego porque viene a destruir el pecado, las concupiscencias que haya en nosotros para ser santos e inmaculados en su presencia en el amor. Romanos 8, En efecto, los que se dejan guiar por los bajos instintos tienden a lo bajo; los que se dejan guiar por el Espíritu tienden a lo espiritual. 6 Los bajos instintos tienden a la muerte, el Espíritu tiende a la vida y la paz. 7 Porque la tendencia de los bajos instintos se opone a Dios; ya que no se someten a la ley de Dios ni pueden hacerlo; 8 y los que se dejan arrastrar por ellos no pueden agradar a Dios. 9 Pero ustedes no están animados por los bajos instintos, sino por el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece.
El Espíritu viene en forma de lenguas de fuego porque es el Espíritu de la Verdad, para dar testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios, para iluminarnos las palabras y acciones de Jesús y podamos comprender su misterio. Sin la acción del Espíritu Santo no entendemos la Palabra. Por eso estamos llamados a leer, meditar la Palabra pero primero debemos invocar al Espíritu para que sea nuestra luz y verdad. ¿Por qué muchos cristianos se cansan de leer la Palabra? Porque no invocan al Espíritu y esa palabra les extraña.
El fuego da calor. El Espíritu da el calor del amor. El amor de Dios ha sido derramado en nosotros por el Espíritu Santo. LO DISTINTIVO DEL CRISTIANO ES EL AMOR. Ámense los unos a los otros como yo los he amado.
El fuego da fuerza para que podamos testimoniar a Jesús hasta la muerte, sin avergonzarnos de Jesús. Vivimos en un mundo en que hemos dejado la fe, a Jesucristo a un lado y nos da vergüenza ser cristianos. Hay una alegría grande cuando vemos a cristianos que son capaces de morir por Cristo como esos cristianos coptos de Egisto que prefirieron morir antes que renunciar a la fe. Hoy hace falta cristianos valientes que no nos avergoncemos de vivir como cristianos en este mundo.
Que el Espíritu Santo nos dé fuerza para ser cristianos en todas las circunstancias de la vida. Que no nos avergoncemos de nuestra fe en Jesucristo delante de los hombres. Que los esposos sepan vivir su amor matrimonial, que sepan educar a sus hijos según el espíritu de Jesús. Que el Espíritu Santo nos enseñe a orar y a sentir que Dios es nuestro Padre.
P. Vicente Pérez.
Comentarios
Publicar un comentario