EL DISCIPULADO DE JESÚS
Reflexión. Décimotercer Domingo del Tiempo Ordinario.
Con este domingo 13 del año continuamos el tiempo ordinario en que vamos a escuchar los episodios de la vida de Jesús. Este es el domingo 13 del año y tenemos como lecturas: I Reyes 19, 16, 19-21 y respondemos con el salmo15, 1-2, 5, 7-11.- Después escucharemos a Gálatas 5, 1, 13-18. Por fin el evangelio de Lucas 9.51-62.
Empezamos con el evangelio. Jesús ha estado en Gallea predicando a la gente y después de este periodo siente la necesidad de subir a Jerusalén porque quiere ser elevado al cielo. Pasa por Samaria pero allí no lo reciben por ir a Jerusalén que los veían como enemigos. Los rechazan y los discípulos de Jesús le consultan a Él si no sería bueno pedir a Dios que los castigue con el fuego del cielo pero Jesús lo rechaza. El mal no se vence haciendo el mal sino perdonando. Esta es una lección. El mal por el que somos rechazados se vence haciendo el bien. Bendecid, no maldigáis, nos dirá san Pablo.
El evangelio nos presenta tres casos de discipulado que reflejan nuestras aptitudes. Uno se acerca a Jesús para decirle que quiere seguirlo, es decir, ser discípulo de Jesús. Se pone a disposición de Jesús. Es una buena aptitud pero Jesús le hace reflexionar. No ha sido llamado y no tendrá fuerzas para vivirlo. Ser discípulo no es tomar las cosas a la ligera para vivir a su gusto. Ser discípulo es ser como Jesús que no tiene donde dormir, que no tiene nada en la vida. Al menos los animales como las zorras, los pájaros tienen un lugar donde refugiarse. El discípulo de Jesús puede pasar días sin tener donde dormir, sin comer y debe saber que Dios le manda eso para ver si es capaz de fiarse de Dios que da de comer a los pájaros, que viste a las flores y nosotros somos más. Esto es mostrar nuestra confianza en Dios y por eso no debemos tener miedo. Lo importante para el discípulo es buscar primero el reino de los cielos pues todo se lo dará por añadidura. Todo esto vale para nosotros si somos capaces de confiar en Dios y no somos avaros, gente que almacenan, que hacen injusticias. Un joven en el evangelio que se encontró con estas cosas, agachó la cabeza y se retiró de Jesús. Jesús valía menos que las flores y los pájaros y para mucha gente esto vale también.
Un segundo caso es aquel que Jesús llama: Sígueme. Jesús está dispuesto a ayudarle para cargar con la cruz pero ese Joven pone como principal enterrar a los muertos. No es que esto sea malo pero hay algo más importante y urgente: anuncia el reino de los cielos. Mucha gente tiene también estas aptitudes: poner primero las cosas de este mundo: familia, trabajo, amistades. Ante la llamada de Jesús, el Señor del cielo y de la tierra, no hay espera. Todo es urgente. Cuando san Francisco Javier fue enviado a la India como misionero, no quiso despedir a su familia para no ser absorbido y pasó de largo. Jesús nos dirá que no llevamos nada por el camino y no saludéis a nadie, es decir no te entretengas en las cosas de este mundo. Pon a Cristo que te llama como primero.
El tercer es aquel que se pone a disposición: te seguiré pero no es llamado. También él pone los lazos familiares como centro de su vida y hay que despedirlos y eso significaba, estar con ellos por largo tiempo. Jesús quiere la dedicación total y quien no está dispuesto darlo todo por el Señor, no es digno de él. Siempre encontramos en la biblia que hay que amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas. La totalidad de nuestro ser, de nuestro tiempos para Dios. Obediencia incondicional y entrega total de su tiempo para Jesús.
En la segunda lectura encontramos el tema de la libertad, hoy tan de moda. Cristo nos ha liberado de todo lo que nos ata, es decir el pecado, para ser libres. Pero libertad es disposición para ser de los demás, para no dejarte dominar por ninguna fuerza interior. Quien se deja guiar por el egoísmo, la ira, el orgullo y no es capaz de amar, está bajo la esclavitud, está bajo los deseos de la carne, del pecado. El cristiano es aquel que se deja dominar por el Espíritu Santo y se siente libre para amar y tiene dentro de sí el gozo de la paz, de la mansedumbre y podemos relacionarnos con todos. A veces parece que perdemos pero ganamos en el amor. Cristo es el hombre libre que es capaz de dominar todas sus energías y responder a todos con amor.
P. Vicente Pérez.
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