DIOS UNO Y TRINO
Reflexión. La Santísima Trinidad, Solemnidad.
En este domingo continuamos el tiempo ordinario del año litúrgico en el que celebramos los misterios de la vida pública de Jesús. Una parte se da después de navidad y llega hasta la cuaresma en que se deja para seguir adelante al terminar el tiempo pascual. La primera fiesta es la celebración de este Dios que es uno y al mismo tiempo Trino. Vamos a dejarnos llevar por las lecturas que la Iglesia nos presenta para esta fiesta en este año “C”. Proverbios 8, 22-31.- con la respuesta del salmo 8, 4-9. Después proclamaremos la lectura de la carta a los Romanos 5, 1-5 y por fin el evangelio de san Juan 12-15.
La humanidad se había separado de Dios y había perdido el sentido de la unicidad de Dios. Cada pueblo creía en diversos dioses que ellos mismos fabricaban según sus antojos. Dios tuvo misericordia y empezó llamando a Abraham para darle la fe en Dios y Él creyó en el único Dios verdadero y como prueba salió de su tierra dejándose llevar por Dios a la tierra que le iba a dar y no solo sino que le dio un hijo a un viejo que vivía con una mujer de muchos años y de la muerte Dios sacó la vida. Lo que era imposible para los hombres, fue posible para Dios. La fe es creer que Dios puede sacar la vida, el amor, la alegría donde hay muerte, odios.
Los descendientes de Abraham van a Egipto en busca de comida pero quedan esclavizados y Dios se hace presente porque tiene misericordia y lo que era imposible para ellos, Dios se lo dio. Les sacó de la esclavitud de Egipto, les hizo pasar el mar rojo, les dio el maná en el desierto y así el pueblo pudo afianzar su fe en él. Lo veía cercano, les dio leyes sabias para conducirse en la vida. Se hizo presente en la montaña del Sinaí en medio de truenos, relámpagos para indicarnos que no hay otro dios. Había visto hechos, palabras y por eso creía en Dios. Dios se manifiesta en los acontecimientos de nuestra vida.
Por eso Dios nos dice que es el único que no tendremos otros dioses que le suplanten a Él. ¿Cuáles pueden ser esos dioses que suplantan a Dios? El afán del dinero, el sexo, la droga, la superstición, el deseo del poder. Son cosas o personas que te impiden adorar a Dios y te quitan tu dignidad humana, la fraternidad entre unos y otros, destruyen tu vida matrimonial, tu respeto a los demás. Quien cree en Dios, acepta a los demás como hermanos y los ama.
Deuteronomio 7, 6 Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios; él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.7 »Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió no fue por ser ustedes más numerosos que los demás, porque son el pueblo más pequeño, 8 sino que por puro amor a ustedes, por mantener el juramento que había hecho a sus padres, los sacó el Señor de Egipto con mano fuerte y los rescató de la esclavitud, del dominio del faraón, rey de Egipto. 9 Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios, un Dios fiel: a los que aman y guardan sus preceptos, les mantiene su alianza y su favor por mil generaciones.
Para indicarnos la unidad de Dios, Dios revela que hay una cualidad en Dios que es la Sabiduría, que está por encima de todas las cosas, que es anterior a todo y nada hay superior a ella. El Señor la estableció al inicio de sus obras. Todas las cosas fueron hechas después. Esta es la sabiduría de Dios. Esta cualidad de Dios va anunciando a Jesucristo, verdadero Dios y hombre y es la Sabiduría infinita.
Encontramos a Jesús en el Nuevo Testamento. Él es el salvador de los hombres que nos ha reconciliado con Dios y por medio de él tenemos acceso a la Gracia de Dios y así tenemos una esperanza en Él, una esperanza que hace experimenta en nosotros porque el amor que Dios nos tiene, ha sido mandado a la tierra con el Espíritu santo que el Padre y el Hijo nos han enviado para que esté con nosotros, para que dé testimonio de Jesucristo y todos crean en Él. El Espíritu Santo viene a revelarnos muchas cosas que Jesús ha hecho y que nosotros no podríamos comprender pero como el Espíritu es la Verdad, nos hace recordar, tener presente, aplicarlas a nuestra situación y así actúa el Padre y el Hijo mandándonos al Espíritu que explica lo que es de Jesús y lo que es Jesús es del Padre. Así nosotros tenemos revelado en su misterio de amor a la Santísima Trinidad. Un Dios único y verdadero y tres personas distintas.
Llegó la plenitud de los tiempos y Dios mandó a su Hijo único, nacido de María la Virgen por obra del Espíritu Santo para hacerse hombre como nosotros sin dejar su condición divina. El Hijo de María es Hijo de Dios Padre y todo por obra del Espíritu Santo. Así tenemos la revelación de las tres divinas personas. Así nosotros veremos a Dios que entrega a su Hijo para hacerse hombre, el Hijo que se entrega a sí mismo y todo bajo la acción del Espíritu Santo. La entrega que hace Dios-Padre de su Hijo es la muestra del amor que nos tiene a nosotros pero también al Hijo y al Espíritu. Dios se nos revela para estar con nosotros, para salvarnos. El Hijo se hace obediente al Padre hasta la muerte bajo la inspiración del Espíritu Santo (Hebreos 9, 14). Así nosotros podemos ver que la obra de nuestra salvación es obra de las tres divinas personas que colabora cada una de ellas para el bien de toda la humanidad. Las tres personas se aman y nos aman.
Nosotros participamos en este misterio de nuestra salvación mediante los sacramentos. Somos bautizados en el nombre el Padre y del Hijo y del Espíritu santo. (Mt 28, 16). Así nos inmergimos en el agua, signo de muerte y vida que simbolizan el misterio de la muerte y resurrección de Jesús, el Hijo eterno del Padre. El Hijo toma sobre él nuestros pecados que los lleva a la cruz en un acto de amor y entrega; por eso despojados de nuestros pecados, nos revestimos de Cristo y, bajo la acción del Espíritu Santo empezamos a ser Hijos del Padre, Hermanos del Hijo y templos del Espíritu Santo. Todo este misterio no se realiza sino bajo la acción del Espíritu santo que pone en nosotros el espíritu de Hijos para poder llamar al Padre: Abba, papito, con amor, ternura, sabiendo que somos herederos de su Gracia. Esta realidad bien vivida, nos da la esperanza de que estaremos para siempre con Dios-Padre, lo aclamaremos y alabaremos bajo la acción del Espíritu santo con Jesús (Romanos 8, 14-17). Ahora estamos llamados a relacionarnos con el Padre para hacer lo que Él quiera de nosotros, hacer su voluntad. Ahora estamos llamados a seguir a Jesús, segunda persona para llevar la misma vida de Jesús. Estamos llamados a escuchar las inspiraciones del Espíritu santo. Así seremos Hijos en el Hijos y herederos de su gloria.
Demos gracias a Dios que nos ha revelado este misterio de la Santísima Trinidad para esperar vivir dentro de este amor por toda la eternidad. Por eso digamos con fervor el Gloria al Padre, el credo de nuestra fe trinitaria y la alabanza del Gloria en la misa.
P. Vicente Pérez.
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