LA PAZ LES DEJO
Reflexión. Sexto Domingo de Pascua.
En la primera lectura tomada de los Hechos de los apóstoles 15, 1-2, 22-29 encontramos a Pablo y Bernabé en los distintos pueblos de Asia y allí se encuentran paganos y judíos. Estos no quieren aceptar a Jesús porque piensan que nos salvamos por la Ley que Dios dio a Moisés. Jesús crucificado no tiene poder salvífico. Hay discusión y se dirigen a Jerusalén para consultar este asunto con los apóstoles que estuvieron con Jesús y allí en un concilio presidido por los Apostos y los presbíteros de aquellas comunidades, bajo la acción del Espíritu Santo deciden que nuestra salvación viene de Jesucristo. Nosotros debemos ponernos en sus manos y experimentar el poder de la muerte y resurrección de Jesús. Los cristianos que provienen del paganismo no deben recibir otras cargas. Lo único que deben hacer es no adorar a los ídolos, no comer sangre sacrificada a los ídolos, no dejarse llevar por la fornicación.
Esto nos dice a nosotros que nos salvamos por la fe en Jesucristo que murió por nosotros en la cruz y no por normas hechas por los hombres.
Por eso nosotros debemos alabar al Señor con todos los pueblos de la tierra por habernos dado la fe y nosotros debemos conocer este misterio cada día mejor. Aclamamos al Señor con el salmo 66, 2-3, 5-6 y 8.
En la segunda lectura de Apocalipsis 21, 10-14,22-23 el Señor nos da una visión de la nueva ciudad que viene de Dios porque ya ha sido terminada la vieja ciudad de este mundo. Esta ciudad nos trae la gloria de Dios y está llena de brillo, es grande y cuadrada. Tiene doce puertas como doce son los apóstoles. En ella está la presencia de Dios y no necesita templos, ni sacrificios. Porque Dios y su Codero están en medio de ellos y la gloria de Dios nos ilumina. Es lo que nosotros llamamos cielo que no acabará nunca.
En el Evangelio de san Juan 14, 23-29 encontramos las últimas recomendaciones de Jesús antes de morir. ¿Cómo sabemos que amamos a Jesús? Porque guardamos su Palabra y entonces Dios nuestro Padre, nos amará y demostrará ese amor en que el Padre el Hijo vengan a estar dentro de nosotros y morarán permanentemente dentro de nosotros. ¡Qué misterio de un Dios con nosotros! Jesús nos dice que la Palabra que Él nos da no es de Él sino la Palabra que Dios Padre ha puesto en su corazón. Jesús se va con su muerte pero esto no debe asustarnos ni preocuparnos porque Jesús junto con el Padre nos enviarán al Espíritu santo para que esté siempre con nosotros. Por eso seremos templos del Espíritu Santo que está dentro de nosotros y será nuestro abogado, que nos defiende de los ataques del enemigo, el diablo pero este Espíritu nos hará presente las enseñanzas de Jesús, las comprenderemos y nos guiarán en nuestra vida con Él. Por eso cada uno de nosotros debemos entrar dentro de nosotros para escuchar la palabra del Espíritu Santo, que es Palabra del Padre y del Hijo. Esa palabra nos conduce y podemos estar seguros que estamos en camino del bien.
Jesús nos da su paz para que en medio de las tribulaciones sepamos que Él está con nosotros y podamos tener seguridad, que nos da tranquilidad. En medio de este mundo podemos responder al mal con el bien.- La paz es el don de Jesús resucitado, bajo la acción del Espíritu santo. Por eso no debe preocuparnos la partida de Jesús porque Él seguirá estando con nosotros. Solo cuando Jesús se vaya, sentiremos que Él nos envía al Espíritu santo y nos asistirá a todos y cada uno de nosotros. El cristiano pone su seguridad y certeza en Jesús y todo lo puedo en Aquel que me conforta.
Dios nos ama y por eso podemos responderle con amor y tener la certeza de su presencia en medio de nosotros. Cuando tengas dificultades, seamos que no estamos solos. Dios está con cada uno de nosotros.
P. Vicente Pérez.
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