EL BUEN PASTOR


Reflexión. Cuarto Domingo de Pascua. 
 
En este cuarto domingo de pascua la Iglesia celebra a Jesús como buen Pastor que da la vida por sus ovejas y al mismo tiempo celebramos a todos nosotros que somos ovejas de Jesús. Leeremos a Juan 10, 27-30. Este evangelio se sitúa en la fiesta de la dedicación del Templo a aproximadamente en diciembre pues era invierno. Los judíos querían saber si Jesús era el Mesías pero el problema era que no querían creer en Jesús y no se trata de declaraciones sino de una adhesión de vida a Jesús. Ser discípulo de Jesús es escuchar su voz, acogerla en el corazón, vivirla en la vida. ¿Quiénes creen en Jesús? Aquellos a quienes Dios Padre los atrae a Jesús, ellos se abren a su Palabra, la aceptan en el corazón. Los judíos no lo hacían pero las ovejas de Jesús escuchan su voz, disciernen los criterios de Jesús y los siguen, es decir, viven como Jesús. Por eso oyen su voz y la reconocen como voz venida de  Dios que es la verdad y lo siguen. Jesús nos conoce porque al entrar Él en el corral, las ovejas se van detrás de Jesús y son capaces de sacrificarse incluso hasta la muerte por seguir a Jesús. Dejan todo lo que los aparta de Jesús como son sus vicios y sienten que la vida eterna entra dentro de ellos.
 
Cuando hemos descubierto a Jesús como salvador, hemos descubierto también al Padre y ya nadie nos podrá apartar de Dios. Porque creer en Jesús es creer en Dios porque Jesús y el Padre aun siendo dos personas distintas, son un solo Dios y están íntimamente unidos entre sí. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y los dos son un solo Dios. Jesús habla las palabras de Dios y quienes creen en Jesús creen en Dios y nadie nos aparta ni de Dios ni del Hijo de Dios. Entre los dos está también el Espíritu santo. Así Jesús nos manifiesta el misterio de la Santísima Trinidad.
 
¿Cómo sabemos que somos ovejas de Jesús? Vemos que las enseñanzas de Jesús contenidas en el Evangelio, en las bienaventuranzas  son algo tan íntimamente unidos a uno que forman parte de nuestro ser. Dios ama, incluso a los enemigos, comparte con los demás todo lo que Él es, devuelve bien por mal, vive en armonía con todos. Así quien ha absorvido a Jesús ama como Jesús, perdona, hace el bien.
 
En la primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles 13,14. 43-52 vemos quienes son las ovejas de Jesús, quienes no lo son. Pablo y Bernabé están predicando en unas comunidades de Asia y allí se rebelan unos judíos que estaban celosos porque los gentiles oían la Palabra de Dios y se convertían y quisieron apedrear a los apóstoles. Por eso los apóstoles deciden predicar a los paganos que estaban disponibles a escuchar la  Palabra de Dios. Los paganos reciben la Palabra, la creen y se salvan y están llenos de alegría mientras que los judíos la rechazan y persiguen a los apóstoles.
 
Esto nos enseña que nosotros debemos aprender a escuchar la Palabra de Dios, predicada por los apóstoles y recibirla en el Corazón. El resultado será que esa Palabra cala en el corazón y está animada por el Espíritu santo que nos dirige en nuestra vida y la transforma.
 
En la segunda lectura tomada del libro del Apocalipsis 7,9.14-17 encontramos a los bienaventurados en el cielo. Escucharon la Palabra de Dios y los trasformó en criaturas nuevas y ahora allá en el cielo están revestidos con túnicas blancas, participan de la victoria de Jesús  tienen palmas en las manos para indicarnos  del triunfo de Cristo. Ahora sienten la alegría de estar alabando y bendiciendo a Dios por todos los siglos. Son las ovejas de Jesús que lo sigue a todas partes y están unidas al coro de los Ángeles, de los santos para siempre. Ya no hay dolor ni sufrimiento. Jesús el cordero de Dios va delante de ellos y los llena de sus dones para siempre. Ya no hay miedo de sufrir, de perder la Gloria. Están ante el trono de Dios  y todo será felicidad.
 
Seamos fieles ahora en esta vida al Cordero de Dios, el que murió por nosotros en la Cruz,  sigámosle donde nos indique que la cruz se transformará en gloria.
 
P. Vicente Pérez.

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