NO TE CONDENO


Reflexión. Quinto Domingo de Cuaresma. 
 
Hoy la Iglesia nos presenta un  texto del profeta Isaías 43, 16-21 en que estamos llamados a no recordar el pasado pues Dios todo lo hace nuevo. Respondemos con el salmo 125, 1-6 en que aclamamos el cambio de suerte que Dios ha dado a su pueblo pues estado en el destierro, los liberó para darles la tierra prometida.
 
San Pablo en su carta a los Filipenses 3, 8-14 nos presenta a Pablo que cambia de vida y escoge seguir a Jesucristo el Señor que Él llena todo su ser y no necesita nada más.
 
En el evangelio de san Juan 8, 1-11 nos presenta a Jesús perdonado  al a pecadora, vilmente acusada.
 
Jesús pasaba el día en el templo de Jerusalén y de noche en Betania durante los últimos días de su vida. Allí sentado como maestro enseñaba a la gente. Los enemigos le espiaban para ver en que cogerle para acusarle.
 
Un día un grupo de escribas y fariseos que se creían santurrones, han podido observar a una mujer pecadora cometiendo adulterio. Cogen a la pecadora y la llevan a donde Jesús a empujones. La dejan junto a Jesús y los demás la rodean para acusarla. La ley de Moisés manda que a estas mujeres se les castigue con piedras y preguntan a Jesús  qué hacer. Y lo sabían ellos. Le ponían una trampa si Jesús negaba que había de castigarla con piedras, le acusarían a Jesús que también Él transgredía la ley y si le apoyaban, por favorecer a la mujer, le acusarían a las autoridades y también Jesús sería apedreado.
 
Le acusan con violencia mientras que Jesús se agacha, escribe en la tierra en silencio y cómo le insistían, se levanta, los mira a todos, uno por uno y les dice que si alguien no tiene pecado, que le tire la primera piedra y todos se marcharon, empezando por los más ancianos. Solo quedaron Jesús y la mujer. Jesús la mira y le dice que no la condena pero no peque otra vez. Jesús cumple la ley: misericordia quiero y no sacrificios.
 
Jesús estaba sentado pero se agacha, simbolizando así que se abajaba para cargarse con el pecado de aquella mujer y  al mismo tiempo se levanta para indicar que resucita para dar vida a los pecadores y la palabra de Jesús acompaña esta acción. Así Jesús resucita a los pecadores pues estando nosotros muertos por nuestros pecados, Cristo ha pasado en nuestras vidas y nos ha resucitado. Jesús ha quitado el mal de entre nosotros para que Jesús sea solo el centro de la vida. Nosotros experimentamos el poder de su resurrección.
 
También nosotros nos encontramos con personas que han sido acusadas ante nosotros para condenarlas y juzgarlas pero también nosotros debemos sentir la mirada bondadosa de Jesús que perdona y salva. Antes de juzgar a otro, miremos lo que hay dentro de nosotros y si vemos que el pecado está dentro de nosotros, perdonemos, carguemos con el pecado de los demás y busquemos la reconciliación con Dios y entre nosotros. Así experimentaremos que ese perdón hace de nosotros criaturas nuevas donde lo viejo ha pasado.
 
También Pablo iba camino de Damasco, lleno de orgullo, de pecado, juzgando y condenando a todos los que no piensan como Él pero llegó un momento en que Jesús se puso en medio de todos, derribó a Saulo del caballo para indicar que le hacía ver su pecado, miró a los lados y se encontró con Jesús el que había resucitado de entre los muertos y Pablo vio la luz de la verdad para ponerse en disponibilidad: ¿Qué quieres que haga? Y allí oye la voz de Jesús que vaya a Damasco, a los discípulos de Jesús para humillarse y allí encontró la paz. Había buscado honores, razones para condenar a todos y ahora se da cuenta de sus errores. Todo aquello era como una basura. Lo importante es descubrir a Jesús en su vida, descubrir la salvación de Jesús, no la salvación que él, Pablo, predicaba que con sus solas fuerzas se puede uno salvar y no se agarraba a Jesús. Quien ha descubierto su nada, su miseria y ha abierto los ojos para ver a Jesús, el que murió, resucito, está sentado a la Derecha del Padre y lo invoca, se pone en sus manos, reconoce su pecado y siente que Jesús no le condena sino que le abraza en un instante de amor. Ha descubierto a Jesús y desde ahora en adelante Jesús es su amor y solo desea descubrir cada día mejor a Jesús para entregarse a Él y corre hacia la meta. Era perseguidor de los cristianos, ahora se hace el predicador de Jesucristo y de los cristianos y sabe sufrir cualquier clase de tormentos por Jesús pues en Él está la vida y la salvación.
 
¿Qué es un cristiano? Uno que ha descubierto a través del bautismo, de la vivencia de su vida cristiana, a Jesús, se ha enamorado de Él y no lo suelta y si alguna vez ha sentido el fallo de su pecado, sabe que junto a Él está Jesús que lo perdona y no lo condena. Siente que en Él todo es nuevo pues viene de Cristo que nos resucitó de ente los muertos.
 
Estamos para celebrar la pascua que es participar en la muerte de Jesús, muriendo con Él y resucitado con Él. El día sábado santo, día de la vigilia pascual en que celebramos la resurrección de Jesús, renovaremos nuestras promesas bautismales para vivir para Dios. Cuando el sacerdote nos pregunte si renunciamos a todos los engaños del demonio, no tendremos miedo de hacerlo con toda la fuerza y al mismo tiempo renovaremos las promesas de fe para decir que somos de Cristo porque Cristo está en medio de nosotros. Recibiremos el agua del bautismo para indicar que participaremos en la muerte y resurrección de Jesús. Preparemos a esta celebración para experimentar la vida nueva de Cristo. No te condeno, no peques más. Vivamos para Dios.
 
P. Vicente Pérez.

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