LAS EXIGENCIAS DE LA LLEGADA DEL MESÍAS
Reflexión. Tercer Domingo de Adviento.
El Domingo pasado veíamos cómo Juan Bautista nos llama a todos a la penitencia y a la conversión. Se acerca mucha gente adonde está Juan Bautista porque piensan que con solo meterse en el agua ya están bautizados y pueden recibir al Mesías. De nada sirven los ritos si no van acompañados de arrepentimiento.
Esta palabra es para nosotros. Creemos que ya estamos bautizados, hemos hecho la primera comunión y confirmación pero vivimos como personas alejadas de Dios. Los judíos se vanagloriaban de ser descendientes de Abrahán pero no realizaban las obras de Abraham. Por eso estaban seguros de pecar pues los perdonaría. Dios puede sacar de las piedras hijos de Abrahán, Den demos frutos de arrepentimiento. Nuestros pensamientos no son los de Dios; nuestras obras contradicen el camino que Dios nos ha dado, Dejamos de hacer lo que debiéramos en favor de los más pobres.
Se acercan a Jesús distintos personajes de la sociedad de los israelitas y Juan los llama razas de víboras, ¿Qué quiere decir esto? Una víbora es un animal que ataca a escondidas y cuando pica, mata. Las palabras de Jesús quieren decir que nosotros tratamos a otras personas de espaldas, a traición, Los criticamos, juzgamos por detrás. Por delante somos inocentes pero ¡cuánto daño hacemos a nuestro prójimo! Sepamos que Dios ve los corazones y no podemos engañarle.
Nos presenta Juan algunos casos. Son los ricos que abundan en cosas y no son capaces de compartir lo que tienen. Comamos, bebamos, que mañana moriremos. Si eres consciente que vas a morir mañana, aprende a dar tus cosas al necesitado, a dar algo de tú tiempo al otro pues lo que hacemos al otro, lo hacemos a Jesús. Por eso Jesús nos dice que hagamos limosna y háganse bolsas que no se deterioran. La bolsa es la plata que damos a los más pobres pues la recobraremos el día de la muerte en el cielo. Donde está tu tesoro, está tu corazón. Sin embargo hay salvación para el rico, el que está corrompido. El evangelio nos presenta a Zaqueo que se encontró con Jesús y dio lo robado y repartió sus ganancias y hubo un puesto para él en el cielo. Hoy ha llegado la salvación para esta casa, es la respuesta de Jesús.
Después vienen los publicanos que recogían los impuestos para Roma, el imperio enemigo y abusaban pues recogían no solo lo mandado sino lo que ellos estimaban. Juan nos invita a no hacer extorsión para obligar a la gente a dar. No hagamos denuncias falsas sino aprendamos a contentarnos con la paga. Publicanos son las personas que exigen coimas injustas. No pensemos que otras personas se aprovechan del cargo para enriquecerse. Seamos honrados y no cojamos nada que pertenezca al erario público, a la propiedad de los particulares. Tengamos las manos limpias aunque seamos pobres.
Palestina estaba resguardada por soldados al servicio del impero romano pero muchos de ellos eran paganos. Por la fuerza obligaban a la gente a dar lo que ellos quieran. Los extorsionaban bajo la fuerza del poder. Ellos están para servir a la sociedad, no para imponerse. Hay que contentarse con el sueldo que tiene. Ninguna autoridad puede aprovecharse de su cargo para enriquecerse. No se pueden falsificar los hechos para enriquecerse uno. Servicio, sinceridad, honradez son cualidades que deben tener todas las autoridades. Miqueas 6, 8 –Hombre, ya te he explicado lo que está bien, lo que el Señor desea de ti: que defiendas el derecho y ames la lealtad, y que seas humilde con tu Dios.
Hay gente que piensa que Juan es el Mesías y él lo niega. Él no es digno de desatarle la correa de sus zapatos. Esto quiere decir que Jesús es el esposo, enviado por Dios, el que está sentado en el trono de David, su Padre. Esto es importante porque a veces pueden presentarse personas que se creen con toda la autoridad y pueden decir cosas como si fueran dioses cuando no son más que unas simples personas, pecadores que tiene que humillarse ante Dios y aceptar el camino que Dios nos ha puesto. Hay personas que se creen dignos de poner las leyes que quieren porque saben lo que es bueno y no quieren someterse a Dios, a la verdad de Dios como nos la ha transmitido Jesús. Ellos no son señores y dueños de la sociedad y de la vida. El cristiano se somete a Dios y a su Mesías.
Viene el Señor y esto nos debe llenar de alegría. San Pablo nos lo recuerda varias veces en esta carta que hemos proclamado. La alegría de la Navidad no es la comilona, el despilfarro. La Navidad es Jesús y si Jesús no está en nuestros corazones, en las reuniones de la familia, en el matrimonio, de nada sirve navidad, Dios está cerca y por eso no nos debemos preocupar por ninguna cosa pues Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Por eso navidad es gritar de júbilo porque el Señor viene a perdonarnos nuestros pecados, a hacer de nuestra vida algo nueva, Él estará en medio de nosotros y se complace en estar con nosotros. Estos días son días de contemplar a Jesús y dejarnos transformar por Él.
Les proponemos las lecturas de la misa de este domingo: Sofonías 3, 14-18.- Respondemos con el Profeta Isaías 12, 2-6.- segunda lectura está tomada de la carta a los Filipenses 4, 4-7.- La tercera Lectura está tomada de Lucas 3, 10-18.
P. Vicente Pérez.
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