Jesús, el Mesías desde la Cruz


Reflexión. Vigésimo cuarto Domingo del tiempo ordinario. B. 
 
Jesús ha regresado de la región de Tiro y Sidón donde había curado a una niña, hija de una mujer cananea por la fe que ha puesto en Jesús. Ahora Jesús se encuentra en Cesárea de Filipo, una población que había recibido ese nombre del emperador César.
 
Jesús se retira de la gente para estar con sus discípulos e instruirlos. Se pone frente a sus discípulos para hacerles una pregunta que también nos hace a nosotros. ¿Quién soy yo para la gente? No es una pregunta teórica sino práctica que nos la hace Jesús también a nosotros. ¿Quién soy yo en tu vida? ¿Piensas en Jesús cuando tienes que hacer algo y actúas sin su Voluntad? Todos estamos llamados a responder y a veces  para no quedar mal, le damos cualquier respuesta. Tú eres el Señor del gran poder. Tú eres el Cristo del consuelo. Tú eres el médico de nuestras enfermedades. Tú eres el que nos das la salud, el que nos das trabajo. Podemos decir que Jesús tiene algo de esto pero ¿Qué le dice Pedro, ayudado por Dios Padre? Tú eres el Hijo de Dios, el Mesías. Pedro puede decir esto porque ha tenido la luz de Dios Padre. Esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre sino mi Padre que está en el cielo. Pedro irá haciendo experiencia de lo que le ha dicho el Padre Dios, ayudado por el Hijo y el Espíritu santo.
 
Jesús quiere iluminarlo mejor y también a nosotros. El Hijo del Hombre, así se llama también Jesús, tiene que padecer mucho, ser llevado a Jerusalén, ser entregado a los paganos, ser crucificado con una muerte cruel. Solo así será transformado y dará la vida al mundo. También el profeta Isaías lo había anunciado, según lo cuenta la primera lectura de hoy.
 
Esto escandaliza a Pedro y a los demás discípulos y por eso se revelan. Pero esa rebelión es fruto de Satanás, no de Dios y Jesús tiene que volver a corregirlo. También nosotros nos escandalizamos cuando las cosas no nos salen bien y no nos curamos de nuestras enfermedades, y somos pobres, y somos calumniados e insultados pero si queremos ser discípulos de Jesús, el Mesías, debemos aprender a llevar la cruz y solo en la cruz descubriremos a Jesús y nos gloriaremos en ella como san Pablo.
 
Pedro ha experimentado en su vida que es un gran pecador, que ha negado a Jesús, que ha declarado ante los judíos que no lo conocía ni quería saber nada de Él. Ha experimentado que Jesús le ha mirado con amor, le ha perdonado. ¿Quién es Jesús para Pedro? El que lo ha perdonado y ha hecho una persona nueva gratuitamente, que sabe que tiene Palabras de vida eterna. Por eso comprende que Jesús sea el enviado de Dios para hacernos experimentar la misericordia y el perdón de Dios. Por eso sabe que no nadie ninguno otro que nos pueda salvar y se entrega a Jesús aunque tenga que dar la vida por él. Irá a la muerte y morirá crucificado con la cabeza hacia abajo porque no se consideraba digno de Jesús. Pedro ha experimentado que Jesús le ha hecho manso, bueno, amable, cariñoso. Jesús le ha dado la fe, la esperanza, el amor.
 
La fe de los cristianos se funda en la fe de Pedro. Por eso nuestra obediencia a Pedro, es decir, al Papa, como le llamamos nosotros ahora. Nuestra vida cristiana asentada en la fe de Pedro, en la fidelidad a la Iglesia no se va a apartar de Jesús. Decía un obispo del siglo segundo, san Cipriano de Cartago, que murió mártir: Donde está Pedro, está la Iglesia. Nosotros podemos tener la seguridad de no apartarnos de Jesús en la Iglesia.
 
¿Quién es Jesús? El que está siempre con nosotros en la Eucaristía, en la palabra, en la comunidad, en la penitencia como el misericordioso, el que nos manda al Espíritu santo, el que no nos deja nunca para guiarnos por el camino del bien. El que tiene palabras de vida eterna. Hoy domingo estamos aquí para experimentar con los demás hermanos en la fe el encuentro con Jesús. Quien se ha encontrado con Jesús ha experimentado su bondad que nos hace buenos, ha experimentado el cambio de vida y por eso sentimos la necesidad de Jesús porque de Él sale fuerza nueva que nos renueva. A veces Jesús nos da la gracia de experimentar su cruz como nuestra salvación. Jesús es el que nos da la gracia de perdonarnos unos a otros. Cuando está Jesús el matrimonio es una gracia y podemos acercarnos unos a otros. Con Jesús la vida es fácil y llevadera. Pregúntate  en un ambiente de oración: ¿Quién es Jesús para mí? Si no lo has descubierto aun, pídele que se te manifieste y mira el gran tesoro que Dios te ha dado.
 
Las lecturas de este domingo, 16 de septiembre, son; Isaías 50, 5-9 y su respuesta el salmo 114.
 
En la segunda lectura tenemos al apóstol Santiago 2, 14-18 y el Evangelio; Marcos 8,27-35.
 
P. Vicente Pérez.

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