EL REGALO DE DIOS: EL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo - Pentecostés, Juan 20 19-23

(Reflexión. Solemnidad de Pentecostés. B.)
Lecturas:
  • Hechos de los Apóstoles 2, 1-11.
  • Salmo Responsorial: Salmo 103, 1, 24, 29-30, 31 y 34
  • I Corintios 12, 3-7, 12-13.
  • Evangelio de san Juan 20, 19-23.
Jesús es llamado el Cristo porque está ungido del Espíritu Santo. Había nacido por obra del Espíritu Santo. En ocasión de su bautismo en el Río Jordán había bajado el Espíritu Santo sobre Él por obra del Padre para que llevara a cabo su misión de salvador. Ya en la última cena anuncia que mandará también Él de junto al Padre al Espíritu Santo para que esté con nosotros. Será nuestro abogado (Jn 14, 15-16). El Espíritu Santo nos hará presente lo que Jesús ha hecho y ha dicho y nos lo hará entender en el contexto en que vivimos (Jn 14, 25-26). El Espíritu santo vendrá a dar testimonio de que Jesús es el Mesías, el salvador para que nosotros podamos anunciarlo a otras personas (Jn 15, 26-27). El Espíritu Santo hará ver al mundo en el error en que está porque no han creído en Jesús, lo han matado siendo inocente y Dios ha garantizado a Jesús resucitándolo (Jn 16, 8-11). Nos iluminará para que podamos comprender a Jesús en su persona y Palabra (Jn 16, 13).

Jesús, ya resucitado, se aparece a los apóstoles el mismo día de la resurrección. Les da la paz y les invita a recibir al Espíritu Santo para que lleven adelante su misión en el mundo. Días más tarde Jesús se aparece por última vez y les pide a sus discípulos que no se alejen de Jerusalén sino que esperen al Espíritu Santo que bajará sobre ellos, que esos días recen para que baje el Espíritu santo y ellos lo reciban y sean dóciles a sus inspiraciones.

Así lo hicieron los apóstoles cuando llegó el día de Pentecostés y estaban todos reunidos. Es la plenitud de los discípulos. Todos estaban reunidos. De repente un ruido fruto de un viento impetuoso en forma de fuego y el Espíritu santo bajó sobre todos los discípulos. Aquí vemos la totalidad de los discípulos. Todos quedan llenos del Espíritu santo y se dejan transformar totalmente de Él. Hablan en lenguas extrañas para indicar que el Espíritu Santo viene también para todos los hombres que acojan la predicación del Evangelio y como consecuencia todos se entienden entre sí. Nadie queda al margen. Nace la Iglesia que es la congregación de los que han creído en Jesús, lo han aceptado en la fe bajo la acción del Espíritu Santo, se han bautizado y forman el Cuerpo místico de Jesús y con Jesús.

Esperamos que estos días nosotros hayamos invocado al Espíritu Santo para que hoy reunidos en asamblea sintamos la bajada del Espíritu que nos transforma a todos, nos ayuda a creer en Jesús, a estar unidos entre nosotros formando el Cuerpo de Jesús. Hoy es el nacimiento de la Iglesia.

Aparece en formas de lenguas de fuego porque como el fuego purifica, así también el Espíritu santo viene a purificar nuestras malas acciones, intenciones que nos dividen de otras personas. Si nosotros en el silencio de nuestro corazón, escuchamos la voz el Espíritu sentiremos que nos habla, nos da fuerza para vencer muestras malas inclinaciones y podemos empezar de nuevo.

El Espíritu es fuego porque como el calor une a todos, así el Espíritu que ha quitado nuestras divisiones, infunde en nosotros el amor que transforma, que nos hace entrar ente nosotros y podemos llevar una vida de unidad, de comprensión en el hogar, con los vecinos, en el trabajo. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo (Rom 5, 5…).

El Espíritu es fuego porque nos da luz para que podamos entender la Palabra de Dios y conocer la verdad que nos hace libres. Dios nos ha hablado por medio de su Palabra pero esta queda oscura sin la acción del Espíritu santo y podemos tratar de leer pero no entendemos. Sólo con la luz el Espíritu santo podemos hacerlo. San Pablo iba a Damasco lleno de odio para coger a los cristianos y matarlos. Jesús se le aparece y le da un rayo de su luz. Ahora Pablo con la luz del Espíritu puede entender que Jesús es el Salvador y así cree en Él.

Vivimos en un mundo alejado de Dios y muchos se ríen de los que creen en Jesús. Se necesita el Espíritu Santo para creer en Jesús, para no avergonzarnos de Él aunque se burlen de nosotros. Debemos ser testigos de Jesús ya con las palabras como con obras propias de Jesús. Hay cristianos que prefieren ir a ala cárcel antes que renegar de Jesús y muchos cristianos han muerto estos años porque han preferido la muerte antes de renegar de Jesús pero no se han echado atrás.

Sin la oración no podemos dirigirnos en nuestra vida. Hace falta saber orar y tener gusto en orar. Nosotros no sabemos como pedir pero el Espíritu santo viene a nosotros para poner en nuestra boca las palabras con que nos dirigimos al Padre. El Espíritu santo nos enseña a gustar de llamar a Dios Padre, Abba, papito. Cuando hacemos así tenemos la fuerza para gustar de Dios.

Para muchos el Espíritu Santo es un desconocido. Nosotros conocemos un poco a Dios Padre, a Dios Hijo Jesucristo pero el Espíritu santo está lejos de nosotros. Debemos dejarnos iluminar por Él y sabremos que tenemos uno que está siempre junto a nosotros, nos enseña la Palabra de Jesús, nos enseña a dar testimonio de Jesús. Digamos esta oración: Ven, Espíritu santo, llena los corazones de tus fieles, infunde en ellos el fuego de tu amor y renovarás la faz de la tierra.

P. Vicente Pérez.

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